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Entrevista:

"Quiero mantener cierto aire de misterio"

Drama, acción, comedia. No hay género cinematográfico que entorpezca la carrera norteamericana de Antonio Banderas. El musical Evita, de Alan Parker, es su nuevo reto, recién terminado el rodaje de la película basada en la obra de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice. El actor malagueño comparte el papel principal con Madonna (Evita) y Jonathan Pryce (Perón), y sus horas libres con Melanie Griffith.Pregunta. Escapó del rodaje londinense para casarse en secreto con Melanie Griffith. La escasa cobertura del evento fue una gran decepción para sus fans internacionales.

Respuesta. No quiero estar en los medios de comunicación constantemente. Nuestra imagen, tanto la mía como la de Melanie, sufrió un duro golpe el año pasado. Sin buscarlo, estuvimos presentes en la opinión pública de una forma incontrolable. Hubo un momento en el que realmente se nos escapó de las manos. Comprendo que la relación que iniciamos el año pasado generara tantos comentarios, pero caímos en un esquema al que no estoy acostumbrado y que me asusta.

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P. Explique, por lo menos, qué planes tiene para el nacimiento de su hija.

R. Esperamos que la niña nazca hacia el 25 de septiembre en México, donde estaré rodando mi próxima película. Así que supongo que asistiré al parto vestido de El Zorro.

P. ¿Cómo es el Che, el personaje que interpreta en Evita?

R. Es el narrador de toda la historia desde una perspectiva prechtiana. Es decir, se comunica mucho con la cámara y se mantiene en contacto con el público en una relación que se concreta en un guiño. Es el personaje que marca la pauta y el que cuenta la vida de Eva Duarte desde un punto de vista crítico.

P. Pero en la ópera de Andrew Lloyd Weber el personaje que describe la vida de Evita es el Che Guevara.

R. Parker eliminó el Guevara para no caer en la parodia de enfrentar a dos personajes históricos de ideologías completamente diferentes. A mí me tranquilizó y liberó porque ya no tengo que justificar públicamente a una personalidad histórica.

P. Su experiencia musical es más limitada que la de Madonna y la de Jonathan Pryce, ¿cómo se siente a la hora de cantar?

R. Es un reto muy duro. Jonathan Pryce tiene tras sí una tradición de musicales como Oliver y Miss Saigon. Evita es una magnífica oportunidad para Madonna. Está pisando un territorio que le corresponde y que conoce técnicamente gracias a su experiencia en los videoclips. Pero en la película nos movemos en diferentes dimensiones. El personaje de Perón, que representa a la institución, es más operístico. El de Eva se mueve entre el mundo del lirismo y de los ritmos fuertes. El mío se acerca más al rock and roll y canta con voz rasgada. En este sentido, lo siento más cercano a mí mismo.

P. ¿Adopta alguna técnica especial en su interpretación?

R. Trato de ir a la economía de movimientos, aunque no sé si lo consigo porque Alan Parker no nos deja asistir a las proyecciones diarias. Al mismo tiempo, al estar atado a una partitura musical, que es como una matemática exacta, se pierde la capacidad de improvisación. El primer día de rodaje, todo me pareció rarísimo: la música suena y, mientras actúas, debes mover los labios sin decir palabra. De todas formas, no tardé en coger el ritmo porque había ensayado mucho en casa.

P. Su trayectoria americana sorprende por la variedad de los trabajos en los que ha participado.

R. Por eso me está resultando tan interesante. Me ofrece la posibilidad de cambio y de hacer cosas que no podría realizar en España. Me apetece estar en las grandes producciones de Hollywood, participar en películas como Asesinos para poder decir un día a mis nietos que hice un filme de acción. Comprendo que haya gente que se mosquee al verme con Silvester Stallone en Asesinos, pero para hacer cine de autor me hubiera quedado en Europa. Como actor, Hollywood me ha ampliado el abanico de posibilidades.

P. Supongo, entonces, que difícilmente le veremos en una producción española.

R. En España se están haciendo cosas muy interesantes. Hay un grupo de jóvenes que está pegando fuerte, y a mí no me interesa perder ese barco. Pero estoy en una etapa de mi vida en la que el círculo aún no se ha cerrado. Acabo de firmar un contrato con la Warner que me compromete a realizar dos películas en tres años. Al mismo tiempo me ofrecen una oficina de producción, que he fusionado con la de Melanie, para desarrollar nuestros propios proyectos. La primera producción versará sobre la vida de Ayrton Senna, que yo interpretaré y espero que realice Ridley Scott.

P. ¿Esta productora será el vehículo para trabajar con su esposa?

R. Melanie y yo no queremos trabajar juntos, de momento. Es algo tan predecible una pareja que están juntos y terminarán realizando una película juntos. Además, como actor, prefiero mantener cierto aire de misterio. Dejar que la gente me redescubra en cada película. Cuando hay una sobreexposición del personaje, la audiencia termina por no creerte, pierdes el gancho y la credibilidad como actor.

P. ¿Acomodaría su cotización a los modestos presupuestos del cine español?

R. Los aspectos de tipo económico no deberían suponer ningún problema. No voy a cobrarle lo mismo a Julio Medem que a Alan Parker. Eso está claro. Yo conozco las limitaciones de nuestra cinematografía y prefiero, por ejemplo, no cobrar y entrar en la producción. Se pueden buscar fórmulas distintas.

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