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Toreros de plata

Matadores y novilleros sin suerte que prefirieron bajar de categoría

Marianín de la Viña me decía un día en la feria de Cali que él desde niño había querido ser banderillero. Ni matador, ni novillero; solamente banderillero. Tal vez esa vocación le ha llevado a ser uno de los mejores del momento con el capote y con las banderillas.No parece ser ése el caso de la mayoría de los toreros de a pie de la categoría de plata (o de azabache, según los gustos). El escalafón de subalternos se nutre de infinidad de novilleros que no llegaron a doctorarse y de un buen número de matadores de toros que, faltos de contratos, tomaron la durísima decisión de descender voluntariamente de categoría.

En el listado de cuadrillas que actúan en la Feria de San Isidro figuran los siguientes matadores de alternativa:

Paco Alcalde, figura indiscutible de los años ochenta y que se fue apagando por una serie de imponderables; Angel Majano, de alternativa mexicana y considerado un histórico de los de plata; Lorenzo del Olmo, un hombre empeñado en salir del estamento de banderilleros a costa de su sangre y de su bolsillo.

También Marcelino Librero, otrora protegido del cura Lezama y que abandonó la hostelería por los ruedos; Julián Maestro, de corta carrera y buen hacer; José Antonio Carretero, el más reciente de los matadores reciclados que se consagró el día 2 de mayo (corrida de Joselito), con dos pares de banderillas negras.

Matadores en la cuadrilla

Dos matadores de toros lleva en su cuadrilla el novillero Uceda Leal: Gregorio Lalanda, de recia estirpe torera y a quien no acompañó la fortuna, y Rafael Perea Boni, que hace poco tiempo se reveló como estrella fulgurante y cuya luz se apagó demasiado pronto. Fernando Cámara ha sacado a Luis Miguel Campano, alternativado en 1984, y que flaquea aún en banderillas. Jesús Márquez, Vicente Yestera, Alberto Martínez y Miguel Sánchez Cubero también se doctoraron.Matadores que aún están en la memoria de los aficionados por su época de novilleros son los actuales banderilleros Carmelo, mano derecha de Jesulín de Ubrique; El Mangui, que hizo furor formando pareja con Espartaco ya en su etapa de novilleros, y luego se vino abajo y ahora es mentor en los ruedos del Litri; Antonio Caba, su compañero de cuadrilla, también tuvo muchas tardes de éxitos.

Curro Cruz conoció momentos de gloria; Federico Navalón El Jaro fue una promesa prematuramente incumplida; El Gitano Rubio tuvo su momento, que se le escapó. Hay un caso curioso: el de Luis Antonio Vallejo Pimpi Hijo, que empezó a torear de novillero y al final acabó reforzando la saga familiar de los Pimpis picadores.

La dura decisión tiene varios elementos económicos a considerar. Si se torean de matador de toros sólo cuatro o cinco corridas con unos ingresos totales de cinco millones de pesetas, el neto se puede quedar en un millón largo. Treinta corridas de banderillero más alguna televisión pueden garantizar cinco o seis millones.

Cambio de 'chip'

Con todo, no puede uno olvidarse del cambio de chip necesario para hacerse banderillero. Se acabó el protagonismo, ya no se puede torear ni estirado, ni se puede uno lucir con los palos más de lo que la discrección permite.Del estamento de banderilleros siempre saltaron a la escala superior. Ejemplos: Rafael Molina Lagartijo en la prehistoria, Manuel García Maera en la historia y Manolo Montoliú, en los años recientes, aunque ya no es lo habitual.

El salto de abajo a arriba no es nada fácil. El propio ejemplo del tristemente desaparecido Manolo Montoliú confirma lo difícil de la condición de matador.

El escalafón de matadores de alternativa alcanza números desorbitados: ahora mismo hay más de doscientos en activo. Lo lógico es que muchos se pasen a segunda, sin olvidar que un banderillero de Jesulín de Ubrique puede ganar (no puede decir que fácilmente) 20 millones de pesetas. Bien merecidos están los duros que se llevan los que "pudieron haber sido y no fueron".

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