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Londres desvela la etapa ignorada de Degas

La National Gallery inaugura una muestra sobre la obra madura del pintor

Edgar Degas (1834-1917), el pintor de las bailarinas vaporosas, el maestro del impresionismo francés, no dio el paso definitivo que le convertiría en un artista con mayúscula hasta el último tercio de su vida. Ésa es al menos la opinión de otro gran pintor admirador de su obra, Renoir, y de los organizadores de la exposición Degas, beyond impressiónism (Degas, más allá del impresiónismo), que se inauguró ayer en la National Gallery de Londres.

Más de noventa cuadros del periodo más secreto del pintor francés -desde 1886, fecha de la última exposición impresionista del maestro, hasta casi su muerte en 1917-, procedentes del propio museo y de colecciones públicas y privadas del mundo entero, se exponen en seis salas de la National Gallery hasta el 26 de agosto."Si Degas hubiera muerto a los 50 años, habría sido recordado como un excelente pintor y nada más; es precisamente después de esa fecha cuando su trabajo se amplía y el pintor se convierte verdaderamente en Degas". Esta frase de Renoir, escogida por el especialista británico Richard Kendall como cita esencial para resumir el espíritu de la selección, da una pista de la filosofia que anima esta magna exposición de la National Gallery.

A lo largo de seis salas, el visitante asiste a la transformación -"a la gradual evolución", en palabras de Kendall- del arte de Degas desde el impresionismo a una zona fronteriza con los grandes estilos que dominarían la pintura del siglo XX. La primera noticia sobre el esplendor de la obra de Degas en el último tercio de su vida llegó a los aficionados al arte a través de una gigantesca exposición de la obra del pintor francés en 1988-1989, que recorrió París, Nueva York y Ottawa. Sin embargo, esta muestra de la National Gallery londinense es la primera que se organiza concentrada exclusivamente en el periodo de madurez de la vida del artista.

Apenas cumplidos los 50 años, Edgar Degas se recluye en su apartamento -un viejo edificio de cuatro plantas-, en el número 37 de la Rue Victor Massé, en París, para entregarse por entero y febrilmente a la pintura. De ahí no saldrá hasta 1912, cinco años antes de su muerte. En ese largo periodo de investigación y trabajo introspectivo, el pintor va despojando a su obra de elementos superfluos hasta adentrase en un mundo de máximo significado con un mínimo trazo. Sus temas empiezan a concentrarse casi por entero en el universo femenino. Mujeres en el baño, lavándose, peinándose, secándose el cuerpo desnudo, y algunas bailarinas esquemáticas en interminables series en las que el pintor ensaya todas las posibilidades expresivas, constituyen la obsesión de Degas en esta etapa.

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