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Orificios realizados con láser pemiten restituir el riego sanguíneo en corazones con isquemia severa

Milagros Pérez Oliva

La obstrucción de las arterias coronarias produce en muchos enfermos cardíacos una falta de riego sanguíneo que provoca la isquemia del miocardio. En ese caso, el peligro de muerte es muy elevado y los pacientes sufren con frecuencia una insuficiencia cardíaca que no sólo les provoca dolor, sino que les impide realizar el más mínimo esfuerzo porque hay riesgo de infarto. Cuando eso ocurre, existen varias posibilidades para tratar de restituir el riego de sangre oxigenada en la parte del miocardio afectada por la isquemia: la angioplastia, el by-pass aorto-coronario o el trasplante de corazón.Pero muchos pacientes, porque la isquemia es ya muy severa o porque su estado general se lo impide, no pueden ser sometidos a estas intervenciones. Otros pacientes han sido ya sometidos a angioplastia o llevan ya varios by-pass, pero presentan un problema creciente de riego en el miocardio. Hasta ahora, estos enfermos no tenían ninguna otra posibilidad terapéutica y su vida estaba condenada a un reposo absoluto.

El láser ofrece ahora una nueva posibilidad terapéutica que no cura completamente la isquemia, pero mejora sustancialmente la calidad de vida de estos pacientes. Josep Maria Caralps, pionero del trasplante de corazón en la unidad de cirugía cardíaca del hospital de Sant Pau de Barcelona, ha introducido esta nueva técnica en la clínica Quirón. El hospital de Valladolid ha realizado también algunas intervenciones experimentales, aunque con un láser diferente.

El que utiliza Josep Maria Caralps es un aparato de láser de CO2 de gran potencia, con el que practica una serie de minúsculos orificios de apenas un milímetro desde la superficie hasta la cavidad del ventrículo izquierdo, a razón de uno o dos orificios por cada centímetro cuadrado.

"El láser permite abrir un canal sin que se produzca cicatriz, porque produce una evaporación total del tejido, y por ese canal pasa luego la sangre", explica Josep Maria Caralps.

La nueva técnica fue probada por primera vez en 1990 a un paciente de 83 años que había sido intervenido varias veces. Desde entonces ha sido aplicado a más de 1.400 pacientes en todo el inundo. Al morir los primeros enfermos operados se comprobó que la mayor parte de los orificios practicados seguían abiertos transportaban sangre oxigenada. Otras pruebas han mostrado que, al poco tiempo de practicarse los orificios, se produce un aumento de irrigación en la zona isquémica. Caralps insiste en que esta técnica sólo está indicada ahora en personas que ya no tienen otra alternativa terapéutica. "Tiene la ventaja de que no precisa una intervención extracorpórea y es muy poco invasiva: apenas dos orificios debajo del pecho, por lo que, si el estado del paciente es estable, no representa ningún riesgo", añade. La intervención cuesta dos millones de pesetas.

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