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Los jueces y los policías de la isla de Córcega se sienten abandonados por el Gobierno de Francia

Enric González

El sindicato de policías uniformados se interroga sobre "el alcance real de la autoridad del Estado" en Córcega. Los jueces se sienten "abandonados" por París. Los nacionalistas exigen, y consiguen en casi todos los casos, la inmunidad legal para sus militantes. El poder francés parece haber quedado en suspenso en territorio corso desde que, en enero, el Gobierno comenzó a negociar con el Frente Nacional de Liberación Corso (FNLC), canal histórico, el grupo clandestino más violento dentro del magma nacionalista. Los históricos han lanzado un ultimátum al Estado y reemprendido los atentados, pero en París se opta por la transigencia. El enigma de la política corsa es más impenetrable que nunca.El lunes, el FNLC histórico lanzó un ultimátum al Estado francés para que "en un plazo de 15 días" demostrara "públicamente su voluntad de contribuir al proceso de paz" y ordenó a sus militantes que respondieran "con las armas a todo intento de detención". Ante un chantaje de este tipo, cualquier Estado habría roto la baraja. Pero la omnipotente República Francesa, representada por su ministro del Interior, Jean-Louis Debré, prefirió fingir sordera y reafirmar su propósito de diálogo.

La Reagrupación para la República (RPR), el partido gaullista fundado por Jacques Chirac, es tradicionalmente el grupo más votado en Córcega. Su líder, el barón isleño Jean-Paul de Rocca-Serra, patriarca de una de las grandes familias corsas, preside la Asamblea Regional. Los gaullistas son, al menos en teoría, partidarios de una completa pertenencia a Francia. Frente a ellos, la suma de todos los grupos nacionalistas jamás ha superado el 25% de los votos y ahora los sondeos reducen sus expectativas a poco más del 10%. Dada la correlación de fuerzas, los gaullistas deberían sentirse indignados ante la prepotencia y los atentados cotidianos de los históricos, y exigir firmeza a las autoridades. Pero no es así.

Alguna concesión

"No hay que alarmarse, en esta isla somos pocos y nos conocemos todos, las cosas volverán al orden. Bastará alguna concesión", afirma Vincent Avogari de Egentili, médico y dirigente del RPR en Baja Córcega. Avogari no quiere especular sobre qué se podría conceder a los nacionalistas clandestinos y, acerca de la crisis de autoridad del Estado, se limita a decir que "podría ser más aparente que real". ¿Cómo soporta la militancia gaullista los atentados impunes de cada noche? La respuesta es lacónica: "Con disciplina".Debe entenderse que la dirección gaullista en Córcega ha sido tranquilizada desde París. O bien que la política corsa tiene su propia lógica, incomprensible desde el exterior. Porque el líder gaullista y presidente regional, Rocca-Serra, mantiene excelentes relaciones personales con el líder de la Cuncolta Naziunalista (vitrina legal del FNLC histórico), François Santoni. Rocca-Serra es "un anciano sabio que no desea otra cosa que el bien de Córcega, y yo le tengo aprecio", ha dicho Santoni. El cariño es mutuo. Ambos son del sur, donde imperan los clanes feudalistas o negros, frente a los reformistas o blancos del norte. El fundamento social de Córcega sigue siendo, en cierta forma, el clan. Y lo primero es lo nuestro, o sea, Córcega. Francia viene después.

Ésa es una lógica inaccesible a cuerpos como la policía o la judicatura. Ante la nueva ola de atentados, la policía ha vuelto a ponerse el chaleco antibalas para patrullar. El Sindicato Nacional de Policías Uniformados, mayoritario en el cuerpo, denunció el viernes "la debilidad del orden republicano" en la isla. Los cinco jueces de instrucción de Córcega han sufrido el traslado a París de todos los casos por terrorismo. Los jueces sospechan que se castiga su celo. ¿No fue la detención de dos militantes nacionalistas, por tráfico de armas, lo que indignó al FNLC histórico y motivó el furioso comunicado del lunes? Mientras París transige, un portavoz de la Cuncolta dice que los históricos siguen esperando "un gesto de buena voluntad" y que no tolerarán la detención de ningún nacionalista.

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