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FERIA DE SAN ISIDRO

La suerte de varas desaparece

Con el reglamento que echó sobre la fiesta el ministro Corcuera se firmó el parte de defunción de la suerte de varas. Por primera vez se reducía a dos el número mínimo de puyazos exigidos, y al parecer el único motivo era que el toro habitual en las plazas apenas resistía el castigo.Es decir, se daba carta de naturaleza al toro débil y ni por asomo se le ocurrió al ministro (y a quienes colaboraron en la redacción de aquel reglamento) arbitrar unas normas encaminadas a recuperar el toro de lidia en su absoluta integridad; el toro que resistiera debidamente todos los tercios, según había venido ocurriendo en el transcurso de la ya larga historia de la fiesta.

Desde entonces, la suerte de varas ha pasado a ser un trámite engorroso, con demasiada frecuencia sanguinario, pues se ha dado franquía a los picadores para que cometan toda clase de atropellos. De un lado, aquella corruptela de la carioca que se llegó a llamar la suerte del señor Atienza (porque la prodigaba dicho picador), consistente en dar vueltas con el caballo alrededor del toro tapándole la salida y ya, de paso, acorralándole contra las tablas. De otro, el puyazo trasero, tan generalizado que la mayoría de los públicos se han acostumbrado a esta forma de picar; y cuando por raro acaso un picador tira la vara al morrillo según es debido, protesta la gente. Algunos picadores se han ganado broncas por picar en su sitio, mientras otros reciben ovaciones si el toro es un inválido y se abstienen de hacer. la suerte.

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Espectáculo de primer orden

La plaza de Las Ventas solía ser una excepción. El público -obviamente, con mayor ahínco los aficionados- exigía que el primer tercio se desarrollara en plenitud, los presidentes también, y de esta manera se podía calibrar el grado de bravura de las reses, la lidia tenía un desarrollo coherente, la suerte de varas podía constituir un espectáculo de primer orden.Pero aquello también está pasando a la historia. En la presente Feria de San Isidro es difícil saber cuánta bravura o mansedumbre tiene un toro por la forma en que se desarrolla el primer tercio, y ya se ha llegado al extremo de que muchos toros se queden sin picar a causa de su invalidez. Éste fue el caso del toro del triunfo de Joselito, entre otros varios, y se reprodujo con varios de la corrida del pasado jueves.

La suerte de varas es el eje de la lidia, se dijo siempre. Luego si la suerte de varas está en trance de desaparición, lo mismo le está sucediendo a la propia lidia que es la esencia misma de la fiesta. Esa confederación de taurinos anhelante de un marco legal que les proteja de las decisiones de veterinarios y presidentes, que amenazó con una huelga (ellos lo llamaron "cese de actividades") si no se aprobaba la equívoca orden ministerial sobre reconocimientos de las reses, nada ha dicho acerca de esta cuestión capital, que desnaturaliza la lidia y la va a convertir en su caricatura. Claro que, a lo mejor, es precisamente lo que pretenden.

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