La poesía independiente muestra su vitalidad en el festival Poética
Sexo, drogas y fantasía poética. Ésos son los principales ingredientes de los poemas que han presentado durante dos días la veintena de escritores que han intervenido en el festival Poética, organizado por Festimad. Lejos academicismos o campañas editoriales, la programación de este certamen ha tenido el interés de revelar libremente las formas en que viven la poesía actual tanto los jóvenes como sus maestros en independencia de espíritu."La poesía está viviendo un renacimiento", decía el jueves el poeta norteamericano John Giorno, muy relacionado vitalmente tanto con la generación beat como con la pop, amigo y colaborador de Burroughs y Warhol. "Llevo 35 años viviendo como poeta y he visto cómo en los últimos años los jóvenes vuelven a reclamarla como su lenguaje. Creo que es porque la poesía siempre ha estado al. margen del mercado, a diferencia de la novela u otras artes". Giorno ofreció un verdadero espectáculo, a modo de entertainer americano, recitando sus poemas.
Pero, al igual que él, casi todos cuantos han recitado sus obras en Poética, cada uno a su modo, optaron por integrar la palabra a la presencia escénica, haciendo uso en ocasiones de otros medios. Ray Loriga, acompañado de Christina Rosenvinge a la guitarra, ambientó con lejanos suspiros sus poemas de carretera. El poeta de Badajoz Carlos Lencero ofreció un recital de lujo acompañado por Raimundo Amador en guitarra bluesera, pero con auténtico sabor flamenco. En otro registro, Javier Corcovado ofreció también una ajustada y certera muestra de poesía impregnada de música, como un ejemplo más de su talento.
Personajes
Mario Zorrilla y su montaje teatral con poemas de El Ángel lograron conmocionar a un público que lo seguía conteniendo la respiración. En el otro extremo, el norteamericano Richard Hell presentó unos originales poemas-karaoke con vídeos caseros. Lidia Lunch, incomprendida por el ondulante ritmo de su recital y lo tardío de la hora, se acompañó de un eficaz trompetista.A pelo, Jesús Ferrero, Leopoldo Alas, Carlos Oroza y Agustín García Calvo, cargados de libros y solos frente al micrófono, airearon su propios personajes, contradiciendo lo que García Calvo decía: "El poeta es el principal estorbo de la poesía y por eso hay que quitarse de en medio".
Leopoldo María Panero, uno de los maestros transgresores que dieron lustre a la programación, desgranó unos poemas inéditos de su nuevo libro, Poemas de la vieja, llenos de amarga ironía fantasmagórica. En resumen, un estimulante programa, variado en forma y fondo, un atentado contra la rigidez de un arte que a veces parece anquilosado, pero que a veces también sabe demostrar su inmortal frescura.
Babelia
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