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Kohl reclama a sus socios de la UE urgentes y duros ajustes para alcanzar la moneda única

Xavier Vidal-Folch

El canciller alemán, Helmut Kohl, lanzó ayer un dramático llamamiento a los 15 Estados miembros de la UE para que realicen ajustes presupuestarios duros, como el que propone para su país, y puedan así alcanzar la unión monetaria. Kohl, que habló a los 20 comisarios y a toda la prensa europea desde la sede de la Comisión, recordó que "queda poco tiempo", que los gobernantes deben estar a las duras y a las maduras y que asiáticos y norteamericanos dan por descontado que la UE creará el euro. "No podemos echar a perder la ocasión de convertir a Europa en algo realmente importante".

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"He venido a decir a los comisarios y a todos, que estamos ante una situación crucial en Europa, pero también en el mundo, y que no podemos equivocarnos, tenemos poco tiempo, las poblaciones de nuestros países están impacientes y debemos actuar", espetó de entrada el canciller, al que todos reconocen el liderazgo político -individual, desde la desaparición de Miterrand- en la construcción europea. "Pero también que no hay lugar para el pesimismo", remachó, con su desbordante fuerza habitual.Kohl habló de política. Recordó que entre los deberes inmediatos de la UE está la reforma de Maastricht, que va muy lenta porque "se ha perdido mucho tiempo" debido a las elecciones durante la presidencia italiana, dijo, a bocajarro, pero ahora esto cambiará, auguró. Pero dirigió toda su batería a los asuntos económicos, en especial a la unión monetaria.

La unión monetaria se va a convertir en una realidad", igual que la Europa de la Defensa, sentenció, despreciando a "los gurús" que ponen en duda la convergencia económica en época de menor crecimiento y que lanzan "muchos pronósticos en los que no se debe caer". Esta vez se sacó de la manga un nuevo argumento, el exterior. A saber, que los políticos y los mercados norteamericano y asiáticos, tradicionalmente incrédulos frente al proceso, ya lo consideran imparable y empiezan a temerlo. "Es una dimensión histórica la que debemos afrontar, que no depende de obstáculos como la enfermedad de unas vacas en uno de nuestros países, por eso seguiremos avanzando", dijo, echando mano de su inveterado eurooptimismo.

Pero la unión monetaria tropieza con una mala coyuntura, un bajo crecimiento. ¿Será posible alcanzarla en la fecha prevista, el 1 de enero de 1999, sin suavizar los Criterios de convergencia?, se le preguntó. "Querría responder que el año próximo", cortó. "Me opongo a la modificación de los criterios, porque cuando se elige una vía para avanzar, hay que persistir en la misma", añadió. Sentado el principio, alabó los medios, recordando que nunca Europa había registrado "una inflación tan pequeña"; que hace tan sólo un decenio había "varios países con un índice de precios de dos cifras"; y que esos "enormes esfuerzos" no deben tirarse por la borda.

Fue en la lucha contra el déficit presupuestario donde puso toda la carne en el asador, reclamando ajustes duros de los Quince. "Es algo que cuesta" a los políticos, dijo. Se puso como ejemplo evocando que acaba de proponer un recorte de 50.000 millones de marcos en el presupuesto federal. Y mencionó las propuestas de restricción "del presidente italiano, de Aznar en España, de suecos, austriacos y holandeses". "Todo eso no sena concebible sin la presión obligatoria" del Tratado de Maastricht.

"Es cierto que cuesta aún más tomar estas medidas" en etapas de menor crecimiento, como la que ayer mismo describía sombríamente la Comisión. Pero en ese caso, habrá que adoptar "más medidas". Reconoció que en el actual ciclo largo los periodos de relanzamiento no reducen tanto el desempleo como en los anteriores y que "no podemos darnos por satisfechos con cuatro millones de parados" en Alemania. Pero la alternativa no es suavizar la política de rigor. "Hemos decidido cruciales paquetes de medidas y me parece, que los vamos a imponer", reiteró Kohl. Pero su país acababa de engrosar ayer, la lista de los que superan el déficit tolerado por el Tratado de la Unión. "Yo era un estudiante medianillo, y cuando el mejor de la clase sacaba malas notas, todos los demás estábamos encantados". Con esta autoironía vino a decir que el suspenso no se repetirá. Que Alemania invertirá la tendencia y los demás no deben entretenerse en especular sobre su capacidad de integrarse a la moneda única.

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