El Louvre rescata el arte de Pisanello
Como un gran pintor olvidado de un mundo desaparecido. Así definen a Antonio Pisano, Pisanello (1395-1455), hoy reivindicado por el Louvre a través de una gran exposición y ayer artista preferido de los Visconti de Milán, de los Gonzaga de Mantua, de los Este de Ferrara, de Alfonso V de Aragón en Nápoles, de los Malatesta en Rimini, de los Montefeltre en Urbino, de los papas en Roma. De todo lo que pintó, de sus frescos para el palacio de los Dux de Venecia o para la basílica de San Juan de Latrán en Roma, no queda casi nada. De la producción ingente de su mano maestra hoy sólo se conservan seis cuadros y algunos fragmentos de sus murales para Mantua.
En marzo de 1856, el Louvre compró un cuaderno -el codex Vallardi- en el que había 318 dibujos atribuidos a Leonardo da Vinci. Durante 20 años nadie puso en duda esa autoría, hasta que de la comparación de los dibujos con las medallas surgió la luz: 250 eran obra de Pisanello o de su taller y el resto de Cesare da Cesto, Luini y Leonardo . Era la primera constatación de la grandeza de un artista glosado por sus contemporáneos pero cuya obra fue arrasada por la historia.
En París, en el Louvre, entre el 10 de mayo y el 5 de agosto, y luego en Verona, en el Museo de Castelvecchio, entre el 7 de septiembre y el 8 de diciembre, se muestran reunidas por primera vez 320 obras de Pisanello, entre ellas cinco de las seis telas existentes y una cincuentena de medallas. El conjunto es impresionante porque descubre una sensibilidad muy dotada para el detalle y que da movimiento y vida a un gótico tradicionalmente hierático. No es un renacentista, sino la apoteosis de lo gótico mezclada con un gran sentido del naturalismo.
Mundo medieval
Los hombres, los animales y los objetos -pintó muy pocos paisajes- de Pisanello nos llegan de un mundo aún medieval, procedentes del universo maravilloso de la leyenda artúrica, pero meticulosamente presentados gracias a un gran sentido de la observación. Dominique Cordallier, responsable de la exposición, calcula que Pisanello realizaba entre 50 y 70 estudios preparatorios antes de cada pintura.Pies, piernas, medias, cortinajes, diademas, orejas, cuartos traseros de caballos, hocicos de lebreles, espuelas de armadura, capuchas para halcón, escorzos de todo tipo de aves, cadáveres en descomposición, vasos, árboles, todos son protagonistas de un universo troceado que luego el artista Pisanello reordenará con el pincel.
Filippo Maria Visconti sólo se dejó retratar por Pisanello; Lionello y Lucia d'Este hoy siguen vivos gracias al pintor de las siete virtudes, tal y como se le conoce, gracias a una medalla a él dedicada, obra de Antonio Marescotti, y que lo presenta como "Pisanus Pictor", acompañado de unas siglas -F. S. K. I. P. F. T.- que fueron descifradas recientemente: Fides, Spes, Karitas, lustica, Prudentia, Fortitudo y Temperantia.
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