Lección de historia

El triunfo de la coalición de izquierdas en Italia remueve en más de uno sentimientos dormidos desde el asesinato de Aldo Moro o mucho antes. Significa la confirmación de esa vieja idea de que se puede retrasar un proceso histórico, pero no impedirlo; se puede depurar un sistema defectuoso por los excesos cometidos, pero no retroceder en decenios y volver a las viejas ideas inmorales fracasadas, porque los imperativos categóricos de la historia no lo permiten (antigua URSS).Entre nosotros se ha producido un proceso similar -fracasó el intento de perpetuar un sistema vicioso y viciado-: la democracia despachurró el invento del milico inculto y rebelde, sin violencia pero de manera rotunda, definitiva. Cuando en una reciente serie televisiva sobre la transición que ahora se repite vemos los esfuerzos patéticos de algunos personajillos por conservar un sistema absurdo, irracional, tendríamos que sonreír displicentes si no fuera por los horrores que quedaron atrás.

Estas lecciones de la historia demuestran la inutilidad de poner puertas al campo, detener o alterar procesos históricos irreversibles. Pueden darse momentáneos paréntesis como el reciente triunfo electoral de la derecha, cuando entre nosotros tuvo la habilidad de agruparse y aglutinar a todos los más o menos afines; pero la historia sigue su curso imparable hacia el progreso y la erradicación de privilegios, hacia una sociedad justa y solidaria donde cada ser humano sea verdaderamente dueño de su destino.-