Abadín, un pueblo lucense, dispuesto a vivir su 'Numancia' contra el mapa escolar de la Xunta
Los alumnos de la ESO tendrán que recorrer 60 kilómetros al día por pistas de montaña
"A los políticos no hay que hacerles caso. Hablan sólo para ellos, como han hecho toda la vida". Megáfono en mano, José Valle, presidente de la Asociación de Padres de Alumnos del colegio de Abadín (Lugo), se dirige a sus convecinos en un tono escasamente mitinero. Como todos los jueves, ha habido jornada de movilización en contra de los planes para la implantación de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Para terminar, se improvisa una asamblea al pie de un camino, entre una finca de berzas y un palomar abandonado. Se propone hacer huelga en días alternativos. Pero algunos padres dudan: "¿Y si los niños pierden el curso?".La enorme pancarta colocada en la fachada del colegio también arremete contra los políticos en general: "nos piden para votar y después nos vienen a desmantelar". De los reproches a los que gestionan los asuntos públicos, sólo parece librarse el alcalde, José María López, que lleva 13 años gobernando el municipio. López, militante del PP, asiste impertérrito, aunque a cierta distancia, a la asamblea de padres. "Tienen mi total apoyo, asegura. La pregunta es inevitable: los concentrados se están oponiendo a un proyecto del Gobierno. gallego, también del PP. ¿No se siente el. alcalde entre la espada y la pared?. "No voy a decir más", responde López, "sólo que yo estoy con el pueblo".
Casi nunca se había visto en Abadín un ambiente tan combativo como el de estos días. "Tal vez sólo en las movilizaciones contra la cuota de la leche", recuerdan algunos. El colegio de la localidad tiene unos 300 alumnos. Si siguen adelante los planes de la Xunta, más de 30 de ellos, que han cumplido los 12 años, tendrán que irse el próximo septiembre a cursar el primero de ESO al instituto de Vilalba, la localidad donde nació el presidente del Gobierno autónomo, Manuel Fraga, a 18 kilómetros. Ambos pueblos están separados por un impecable tramo de la carretera que une Galicia con Asturias. Pero el problema no es la distancia. El problema es que algunos niños viven en la montaña, a distancias que llegan hasta los 15 kilómetros de la cabecera del municipio. Y los padres echan cuentas: para ir a Vilalba tendrían que recorrer, entre ida y vuelta, más de 60 kilómetros al día: como mínimo, dos horas de autobús.
Baja la natalidad
Abadín tiene 196 kilómetros cuadrados, serpenteados de pistas forestales y casas de labradío. Sus cerca de 4.000 habitantes están repartidos en ni más ni me nos que 194 núcleos de población. Pero como las cosas sigan así, sólo quedarán los viejos, advierte la gente. "La pirámide de población está invertida", explica el alcalde, "hay más personas mayores de 60 años que menores de 10". Los niños de todo el municipio se reparten entre los dos colegios construidos en el centro del pueblo. Para traerlos y llevarlos a sus casas se despliega a diario una flotilla de siete autobuses. "La verdad es que de esto no nos podemos quejar", confiesa José Valle, "el transporte escolar funciona bien".Tras recorrer las pistas de la zona de montaña, trazando curvas inverosímiles, es difícil evitar la sensación de que te han atado un nudo en el estómago. Abundan los tejados de pizarra, las advertencias contra el ganado salvaje y rudimentarias marquesinas de hierro o ladrillos, en ocasiones construidas por los propios vecinos, para que los niños puedan aguardar el autobús sin ahogarse de frío. Hay casos extremos en los que unos pocos muchachos tienen que andar casi un kilómetro para llegar a la parada del autocar. En invierno, nieva con frecuencia. "En cuanto caen unos copos", comenta Tito, otro de los padres que participan en la asamblea, "los profesores suelen mandar a casa a los niños de las aldeas más lejanas antes de que queden aislados. Y por la zona también hay alimañas".
Valle insiste en que está cansado de los políticos. Fue a hablar con los del PSOE y le dijeron que la culpa era del PP, que ponía en marcha un plan sin contar con dinero para financiarlo. Luego se entrevistó con los del PP y le aseguraron que la responsabilidad era del PSOE por elaborar una ley como la LOGSE, que obliga a las comunidades autónomas a ponerla en práctica sin recibir los fondos necesarios de la Administración central. A Valle le importa un rábano de quién sea la culpa. Sólo quiere ver a los niños en el pueblo. "Y por favor", advierte, "que no haya represalias. Nosotros no somos rebeldes. Protestamos porque no hay más remedio".
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