Bruselas cree que el plan británico contra las 'vacas locas' no es el oficial

El plan británico para erradicar la enfermedad de las vacas locas, anunciado el miércoles por la noche por el ministro de Agricultura de John Major, Douglas Hogg, quedó ayer reducido a un "no papel" por portavoces de la Comisión Europea. En términos diplomáticos, un no papel es algo que no existe, un documento oficioso, que quizá algún día será oficial. Es algo que puede ser la base de un acuerdo, pero nunca un documento firme, detallado y prolijo, como el que exige Bruselas a Londres para poder hablar de una suavización del embargo a la carne de vacuno británico. La técnica de presión de John Major sobre Bruselas empieza a provocar soterradas reacciones de cólera en la Comisión.Un portavoz de la Comisión Europea declaró ayer que la reacción oficial de Bruselas estará a cargo del comisario de Agricultura, Franz Fischler, y no se producirá hasta el próximo lunes. Ayer se limitó a decir que la Comisión ha llamado a Bruselas a técnicos británicos para que les expliquen los documentos remitidos por su Gobierno, un "no papel" cuya única virtud aparente es la de ser "un paso en la buena dirección", según ese portavoz.

Pero un paso muy pequeño, pequeñísimo, a, juzgar por las reacciones palpadas ayer en los pasillos de Bruselas. Todas las fuentes comunitarias consultadas coindcidían en descalificar la táctica de presión desarrollada por el Gobierno de John Major. El más irritado, según estas fuentes, sería Jacques Santer. El presidente de la Comisión se siente utilizado por el primer ministro británico, que le hace responsable de la crisis. La táctica de Londres consiste en despertar tal expectación mediática en torno al plan de erradicación de la enfermedad de las vacas locas que al final toman más importancia esos papeles que la propia pandemia.

"Lo que han presentado es un programa de sacrificio selectivo, no un plan de erradicación", declararon fuentes comunitarias. Londres prevé el sacrificio de 42.000 vacas, lo que reduciría la enfermedad, dicen en Bruselas, pero no la erradicaría.