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Reportaje:EXCURSIONES: ALREDEDOR DE EL VILLAR

Mil jaras de abril

Una gira por montes floridos en torno al embalse más antiguo de la región

Los moros le llamaron sa´ra, matorral, acaso porque acababan de llegar del desierto y, no sabían discernir un cantueso de un rosal. A los cristianos, que sí sabían, el nombre les debió de sonar exótico y con él se ha quedado: jara. Enamorada del ,sol y del suelo pobre y ácido, esta gitana campa a sus anchas en los montes pizarrosos del noreste madrileño. Pueblos como Serrada, Berzosa o Robledillo yacen en la alfombra verdinegra de la Comarca de la Jara. Un tapiz que a fines de abril florece unánime.Jara pringosa es la especie que boya en estas soledades; jara mera y pegadiza en tierras hoy de casi nadie, apenas doscientos vecinos, en las que emprenderemos nuestra andanza en torno al embalse de El Villar.

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Botánica y pedales

Al pie de la Peña el Águila y sus estribos meridionales hállase plantada Serrada de la Fuente, con su iglesia de San Andrés, sus casas de piedra y horno adosado, su plazuela, su bar y su fuente. No tiene grandísimos monumentos, pero sí una rulta de belleza monumental: la que, bajando por la calle de las eras, enlaza con una pista forestal hacia el suroeste para, después de salvar varios regalos umbrosos, culebrear por los fragantes dominios de la jara.

Pinos resineros de porte raquítico, plantados muy a su pesar en este gulag de esquisto y mica, tratan en vano de hacer sombra al ubicuo jaral. Y es que el ládano que segregan las pringosas (de ahí su nombre científico: Cistus ladanifer) parece ser que inhibe el crecimiento de cualquier otra plan ta. Cosa curiosa, el ládano se empleaba antaño como sedan te y entraba en la composición del emplasto regio, ¡mano de santo para las hernias! Y más curiosa aún: se extraía haciendo circular un hatajo de cabras por un jaral para, a continua ción, peinarles las barbas. Hoy sólo se usa como fijador de perfumes.

Alrededor de diez kilómetros separan Serrada de El Villar: dos leguas escasas de camino, por pista franca entre jaras reventonas de albos florones. Como reventón está este embalse del río Lozoya que, al límite de su capacidad (22, hectómetros cúbicos) se alivia del sobrante en formidable cascada rígida en 1879, la resa no sólo es la más antigua de las que aún se encuentra nuestra comunidad, sino la primera de su género. (gravedad) que se construyó en Europa, adelantándose en esto el Canalillo al resto del planeta en un tercio de siglo. Para más lujo, colocó la primera piedra el entonces ministro de Fomento don José Echegaray, a quien años más tarde le tocaría el Premio Nobel de Literatura.

Asomado al murallón de 45 metros que ciñe tanta dulzura, el excursionista deberá decidir entre: a) no me complico la vida y vuelvo sobre mis pasos; o b) completo el circuito alrededor del embalse aunque me deje las uñas de los pies. En caso de elegir b), lo menos azaroso es proseguir por carretera hasta Manjirón y allí preguntar por la antigua cañada de Paredes de Buitrago. Siguiendo el tendido eléctrico, nos plantaremos sin problemas en la anciana presa del Tenebroso y, después de cruzarla, seguiremos hacia el norte hasta Paredes para, de nuevo por asfalto, personarnos. en Serrada antes de que se acueste el sol sobre los jarales floridos.

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