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Águilas seguras

Medio Ambiente sustituye los tendidos de alta tensión para evitar que las rapaces mueran electrocutadas

Vicente González Olaya

La tecnología impedira que la tecnología acabe con las una de las joyas del medio ambiente madrileño: el águila imperial. La Consejería de Medio Ambiente ha comenzado a modificar 16 kilómetros de tendidos eléctricos aéreos del municipio de Batres (614 habitantes) para evitar que las águilas imperiales que sobrevuelan la zona mueran electrocutadas. Los datos de la Comunidad son espeluznantes: el 37% de las muertes acaecidas en el período 1990-94 fueron por electrocución. El envenenamiento o los disparos de los cazadores furtivos acabaron con la vida de otro 30% de los ejemplares existentes.Luis Prada, biólogo de la consejería, comenta: "Lo más terrible es que la mortandad por electrocución se produce sobre todo entre los ejemplares jóvenes. Usan los postes como lugares desde donde otear la caza". Los ejemplares más viejos (un águila puede vivir hasta 25 años) ya están escarmentados al haber recibido descargas en ocasiones anteriores.

El cambio de los tendidos incluye la sustitución de las torres antiguas -que acaban en forma de cruz y sobre las que pasan los mortales cables- por otras nuevas abovedadas que ocultan los tendidos. Si el águila toca la torre, pero no el cable, no muere. En las viejas, torretas, la rapaz podía tocar el tendido y el poste a la vez. Además, para mayor seguridad, los cables son recubiertos con cintas de silicona. Prada continúa: "El cambio de los tendidos en Madrid se produce a raíz de los estudios de los expertos del coto de Doñana. Hace unos años descubrieron que una parte de las rapaces del coto morían achicharradas en los cables de alta tensión".

Las primeras sustituciones de postes eléctricos se llevaron acabo en 1992, en Villanueva de Perales (421 habitantes). Desde entonces se han cambiado los tendidos eléctricos en otros ocho municipios del oeste de la región. El número de torretas modificadas supera actualmente las 400. Las próximas actuaciones se efectuarán en Quijorna (788 habitantes), El Escorial (9.150 habitantes), Navalagamella (784 habitantes) y Villanueva de la Cañada (6.700 habitantes).

Según los naturalistas, el águila imperial se extendía en el siglo XIX por todo el centro, sur y oeste de la Comunidad. Sin embargo, el desarrollo urbanístico, demográfico y de infraestructuras ha abocado a la especie a su práctica extinción. Ya no hay águilas desde hace décadas en Somosierra, gran parte del Guadarrama y el Sur. Las parejas que quedan se refugian en los pinares existentes entre Madrid y Avila y en los encinares de El Pardo. Sólo quedan 26.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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