Salto de obstáculos hacia el euro
El Ecofin de Verona salva los grandes escollos pero abre las puertas a una sorda batalla interna
Los ministros de Economía y Finanzas de los Quince lograron en Verona cubrir el objetivo inicial que se habían propuesto: salvar los grandes escollos pendientes (creación de un Sistema Monetario Europeo-bis, papel de iniciativa del futuro Banco Central Europeo, rigor presupuestario final).Eso les permitió cubrir el principal objetivo del encuentro en Verona (Italia): garantizar a los mercados que el proceso de unión monetaria va tan en serio que no habrá mayores problemas para encontrar una fórmula que evite uno de los principales interrogantes que acarrea, el enfrentamiento entre el euro y las monedas que se queden fuera de él a partir de la criba de la primavera de 1998,
Cubierto ese gran objetivo, los ministros de Economía y Finanzas de la UE pudieron constatar también que los enfrentamientos internos no van a cesar en los próximos meses. Con mayor o menor sutileza, con mayor o menor influencia de factores políticos locales (elecciones generales) o de calado más ideológico (más integración europea frente a defensa a ultranza de la soberanía nacional). Las decisiones de verdad no se esperan en ningún caso para antes de final de año y muchas se apurarán hasta el último momento: la primavera del año 1998.
Uno de los grandes escollos a salvar será la plasmación del Pacto de Estabilidad Presupuestaria propuesto por el ministro alemán de Finanzas, Theo Waigel. En Verona se constató una vez más que todos aceptan la necesidad de ese pacto de austeridad, tanto para fortalecer la moneda europea ante la opinión pública como para protegerla de eventuales acosos de los especuladores.
Pero es muy significativo que el ministro alemán de Finanzas no lograra en ningún momento concitar apoyos en torno a su propuesta de crear un mecanismo automático de sanciones. Es cierto que la gran batalla de Verona se desarrolló más en el entorno del Reino Unido y su cerrada oposición a aceptar integrarse o simplemente aceptar la necesidad de un Sistema Monetario Europeo-bis. Pero también es cierto que Waigel pocas veces ha necesitado mayores esfuerzos para imponer algunas de sus iniciativas y en este caso el fruto ha quedado reducido a la petición de un informe jurídico.
A pesar de la frialdad general hacia la creación de mecanismos sancionadores automáticos, la idea de la austeridad presupuestaria más allá del euro dio en Verona un nuevo paso hacia su consagración como dogma de fe.
Francia propuso una batería de medidas en esa línea fundamentadas en tres grandes patas. La primera propone que los fondos estructurales que estén asignados cuando nazca la moneda europea a partir de ese momiento evolucionen en moneda nacional y queden así al abrigo de hipotéticas devaluaciones competitivas. Es decir, si a Grecia -por poner el ejemplo del país con menos posibilidades de acogerse a la moneda europea en el primer momento- le corresponden el equivalente a 1.000 millones de dracmas de fondos estructurales en esa fecha, una devaluación de esa moneda en un 10% no significará que le corresponderán 1.100 millones de dracmas. Seguirán siendo 1.000 millones de dracmas aunque para cubrir esa cantidad tengan que aportarse menos euros.
La segunda peropuesta francesa consiste en extender la condicionalidad del Fondo de Cohesión ( destinado sólo a los cuatro países más pobres: España, Irlanda, Portugal y Grecia) es el único que pueden verse recortando si los países rerceptores no cumplen sus planes de convergencia en materia de déficit y deuda pública.
El ministro francés, Jean Arthuis, propuso que el resto de fondos comunitarios (básicamente los fondos estructurales y los destinados a subvencionar la Política Agrícola Común) también puedan ser recortados en caso de incumplimiento de esos objetivos.
La tercera pata de la iniciativa francesa pretende dar mayor relevancia a las orientaciones económicas anuales que aprueban los jefes de Estado o de Gobierno Francia quiere que esas orientaciones se realicen no sólo de modo global, sino país por país y de forma muy, detallada, con propuestas de acciones muy concretas para controlar la convergencia. Es una iniciativa que difícilmente podrá ser aceptada por el Reino Unido por lo que contiene de ingerencia en su soberanía nacional en materia de política económica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.