"La Iglesia católica necesita ser fundamentalista para así continuar sobreviviendo"
Horst Herrmann, doctor en Teología, no ahorra críticas a la Iglesia católica. Antes de romper con el Vaticano en 1975, fue sacerdote y ocupó la cátedra de Derecho Canónico de la Universidad de Münster (Alemania). Ahora es absolutamente laico, casado, y desde 1981 es catedrático de Sociología en la mismo, universidad. Cuando el Papa Juan Pablo II publicó Cruzando el umbral de la esperanza, Herrmann replicó con El estrecho umbral de Juan Pablo II. Ahora publica 2000 años de tortura en nombre de Dios (Flor del Viento Ediciones).Pregunta. ¿Sigue siendo creyente?
Respuesta.- No se puede contestar sí o no. Pero le diré algo: en Alemania hay un 25% de personas que se declaran católicos, otro 25% que se declara protestante y un 20% que se declara de nada. Yo soy de nada. Ahora bien, nadie puede decir qué pasa después de la muerte, si hay o no un más allá. Si fuera obispo, le diría, sin dudar, que sí hay un más allá. Y si yo hubiera tenido la certeza de que siempre podría contestar que sí, hoy sería obispo. Pero ya ve, no soy, obispo.
P. ¿Cree que puede hablarse de dos Iglesias, la de la jerarquía y la de los cristianos de base?
R. Hay quien hace esa distinción, y dice que está con los creyentes, pero no con los obispos. O que la Iglesia es mala, pero Jesús es bueno. Eso es demasiado simple. No hay una Iglesia que pueda vivir sólo de los obispos. Si no hubiera tantos millones de mujeres creyentes pasivas y obedientes, los hombres no podrían llegar a ser obispos. En la Iglesia, los hombres son los pastores y las mujeres las ovejas. La historia ha demostrado que eso puede ser así durante 2.000 años. Si las mujeres no quisieran, los obispos no tendrían el poder.
P. Pero eso parece en cuestión. Hay un documento que surgió en Viena en el que se proponen cambios como elección democrática de los obispos, sacerdocio femenino o celibato opcional, y ya hay más de dos millones de adhesiones.
R. A la Iglesia eso no le hace más daño que un alfilerazor. Para los obispos alemanes, es una cifra ridícula. Los obispos alemanes ya han dicho que el tema no les interesa. Las firmas no son poderosas para ellos. Saben cómo se maneja el poder y cuándo hay peligro.
P. ¿Y qué cree usted que sería peligroso?
R. Dos cosas, al menos en Alemania: que la gente se separase formalmente de la, Iglesia y que dejara de pagar el impuesto eclesiástico.
P. Hay quien sostiene que esos cambios son inevitables, porque si no la jerarquía, con un promedio por encima de los 60 años, tendría los días contados.
R. En realidad, los ateos vienen predicando, desde Marx, que la Iglesia va a desaparecer. Yo creo que está más viva y más poderosa de lo que se cree.
P. Sin embargo, usted escribió un ensayo titulado precisamente La Iglesia está muerta.
R. En ese libro lo que digo es que la Iglesia, teológicamente, está muerta. Pero no como poder. Está teológicamente muerta porque ninguna de las grandes preguntas de la humanidad, como la ecología o la igualdad de la mujer, han surgido de la Iglesia. Y no tiene respuesta. Todo lo que diga el Papa ya lo sabe la gente. Pero queda un remanente en los corazones, en la mente y en la sexualidad de las gentes. 2.000. años no se borran de repente. La católica es, además, la Iglesia más rica del mundo. Y mantiene gran influencia en muchos centros de poder. Está en el lecho de muerte, pero sigue dando puñetazos. Y me temo que en los próximos años haya un aumento de catolicismo entre los jóvenes, como del esoterismo. En Alemania ya se ve.
P. ¿Significa que el fundamentalismo tendrá más éxito que el aperturismo?
R. La Iglesia precisa ser fundamentalista para si quiere seguir sobreviviendo. De hecho su única misión es pastorear a las ovejas por el camino de la verdad, el único verdadero. Si hay otros caminos, pierde su razón de ser. Jesús dijo: 'Yo soy el camino, la verdad y la vida'. ¿Hay algo más fundamentalista? Pero hay muchos jóvenes que vuelven a ser cristianos por esa razón. Siempre es más fácil buscar la seguridad que la libertad.
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