Farsa y baile
Parece que Brecht no escribió nunca una sola línea que no tuviera un sentido político, social; o de su humanismo, que fue muy grande. Pienso siempre que no sólo no se lo dio el partido, ni la nacionalidad, ni el exilio, sino que fue él quien lo derramó sobre aquello que pretendió contenerle. La boda de los pequeños burgueses es un cuadró vivo, un sainete de la familia media judía (se mantienen los nombres; en la traducción se habla de sacerdote o iglesia, lo que puede alterar un poco el sentido del sector retratado por él), y es también una parábola de cómo se destruye una felicidad presunta, una idea. 0 una nación inconsciente.Esta feliz compañía que la repone ahora, a la que debemos otras excelentes transposiciones escénicas -la última, La zapaterita prodigiosa-, no se ha preocupado demasiado de eso, y hace bien a estas alturas, sino de lo que contiene de caricatura. Y de su especialidad: la mezcla de danza y texto. Son excelentes bailarines; sus coreografías son mejores que sus voces de intérpretes, sobre todo en un teatro donde hay tantos baches sonoros como en el Albéniz, y consiguieron un buen éxito.
La boda de los pequeños burgueses
Obra de Bertold Brecht. Traducción de Miguel Sáenz. Dirección: Luis Olmos. Intérpretes: Raúl Pazos, Paca Ojea,Alicia Mantaras, Marta Molina, Roberto Enríquez, David Lorente, Amelia Ochandiano, Pedro G. de las Heras, Ernesto Alterio, Luis Olmos. Vestuario: Mara Luisa Engel. Coreografia: Alicia P. Mantaras. Teatro de la Danza de Madrid. Albéniz. Día 10 de abril de 1996.
Babelia
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