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Tribuna:PUNTO DE VISTA
Tribuna
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A partir un Egeo

Los antecedentes de las actuales tensiones entre Grecia y Turquía se remontan a la ocupación otomana de Grecia. o, más exactamente, a la despiadada guerra entre los dos países a comienzos de los años veinte, que se saldó con la derrota del Ejército griego ante Kemal Ataturk. En época más reciente, las fuentes más obvias de fricción han sido la invasión turca de Chipre en 1974, la posterior división de la isla y la creación de la República Turca de Chipre del Norte. Pero estos precedentes sólo sirven para enmascarar los tres factores principales que dominan el actual callejón sin salida en el Egeo: las cuestiones legales que rodean las disputas relacionadas con el mar citado; la situación política, tanto en Grecia como en Turquía, y la posición relativa de ambas en el sistema internacional.El 25 de diciembre de 1995, el buque mercante turco Figen Akrat encalló cerca de la islas de Imis. Rechazó la oferta de salvamento de un buque griego, afirmando que se hallaba en aguas territoriales turcas, con lo que cuestionaba implícitamente la legitimidad griega en el Egeo. Este incidente, aparentemente secundario, desencadenó una serie de intercambios diplomáticos entre los dos países en enero de 1996, en los que ambos reclamaron la soberanía sobre estas islas. Sin embargo, el Ministerio de Exteriores turco y el griego parecían dispuestos a quitar importancia al episodio hasta que el alcalde de la isla griega de Kailmnoa llegó a Imis e izó la bandera helena. En respuesta, periodistas del diario turco Hurriyet desembarcaron en la isla, plantaron su bandera y rodaron el acontecimiento para satisfacción de la opinión del país. Esto marcó el inicio del siguiente, y más serio, enfrentamiento entre los dos Estados, un pulso naval y aéreo en torno a los islotes que sólo se apaciguó tras la mediación del presidente estadounidense, Bill Clinton, y su subsecretario de Estado, Richar Holbrooke.

El hecho de que un accidente marítimo aparentemente inocuo pudiera acarrear toda una crisis internacional se entiende mejor en el contexto de los ya históricos conflictos entre Grecia y Turquía. Entre ellos están las disputas por la plataforma continental de las islas griegas cercanas a la costa turca, las aguas territoriales de estas islas, la fortificación de ciertas islas griegas del Egeo y el espacio aéreo sobre este mar.

Turquía, que no firmó el Tratado sobre la Ley del Mar de la ONU de 1994, no acepta el artículo del Tratado que dice que las islas, así como la tierra firme, tienen plataforma continental. Por consiguiente, para Ankara, las islas griegas cercanas a la costa turca carecen de plataforma propia. Por el contrario, cree que debería trazarse una línea en el Egeo central que delimitase la plataforma que se extiende desde la Grecia continental.

Aunque esto implicaría debilitar el control griego del Egeo, es más importante el hecho de que daría a Turquía mayores derechos a la hora de buscar petróleo y otros minerales en zonas de este mar donde actualmente no tiene jurisdicción. Los dos Estados llegaron a movilizar sus Fuerzas Armadas y de nuevo estuvieron a punto de declarar la guerra en marzo de 1987, después de que barcos turcos hicieran prospecciones en aguas griegas. Lo sucedido seguía un patrón surgido en los años setenta.

Del mismo modo, aunque Turquía acepta en principio el límite de 12 millas de las aguas territoriales, hace una excepción en el caso de Grecia. Si Grecia ejerciera su derecho a extender sus aguas jurisdiccionales hasta las 12 millas, Turquía lo consideraría un casus belli, porque limitaría su libertad de navegación.

La postura de Grecia con respecto a la plataforma continental y de las aguas jurisdiccionales ha sido siempre la de que ninguna cuestión política está en juego y que el foro adecuado para resolver disputas de esta naturaleza es el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. El primer ministro Costas Simitis reiteró esta postura en el contexto de la crisis. Grecia ha limitado voluntariamente la extensión del límite de 12 millas de las aguas jurisdiccionales y no ve la necesidad del diálogo político que Turquía pide para resolver lo que en su opinión es una disputa puramente legal. Otras áreas de enfrentamiento incluyen la fortificación de ciertas islas griegas, como Limnos y Samotracia, así como por el espacio aéreo del mar Egeo. En teoría, las islas fueron desmilitarizadas con un acuerdo internacional de 1936, conocido como la Convención de Montreux.

En respuesta a la fortificación de las islas griegas más orientales, Ankara ha estacionado el IV Ejército en Izmir y Mersina, equipado con capacidad aérea y de desembarco. En opinión de Grecia, esto supone una amenaza directa para las islas del Egeo, mientras que Turquía asegura que la fuerza está estacionada en Izmir únicamente con propósitos defensivos. Para complicar aún más las cosas, la aviación turca, que no acepta el control aéreo de Atenas, viola constantemente el espacio aéreo vecino, lo que causa fricciones casi a diario entre las Fuerzas Aéreas respectivas.

Estas cuatro zonas de fricción -a las que se añade la disputa por Chipre- constituyen la base de la tensión constante entre Grecia y Turquía en el Mediterráneo oriental.

La posición internacional de Turquía se vio reforzada a raíz de su alineamiento incondicional con EE UU en la guerra del Golfo en 1991. Estados Unidos ha recompensado a Ankara no sólo financiera y militarmente, sino también en términos de margen de maniobra política en los Balcanes y Asia central y, en menor medida, en Oriente Próximo. Turquía no ha perdido nada de su importancia estratégica tras el fin de la guerra fría y se la considera aún un actor importante, y diplomáticamente activo, en los tres vectores citados. El crédito político que Turquía ha conseguido en relación a EE UU la ha ayudado a influir en las cuestiones relacionadas con las disputas en el Egeo. La crisis de Imis demostró también que Turquía podía confiar en el apoyo norteamericano.

Por su parte, Grecia ha perdido la cobertura que le daba la guerra fría, durante la que estaba considerada como un miembro valioso de la alianza occidental. De ahí que haya perdido también el apoyo incondicional de Occidente. Además, la vinculación. inquebrantable de Grecia con Serbia y su larga disputa con la antigua república yugoslava de Macedonia han menoscabado su posición internacional y en la Unión Europea, que Turquía explotó al máximo en el Egeo oriental.

Aparte de las disputas inmediatas entre ambos, tanto Grecia como Turquía se enfrentan a difíciles cuestiones de política exterior en un futuro próximo: Grecia, por la República de Macedonia y la mejora de sus relaciones con sus socios occidentales; Turquía, por las negociaciones para su ingreso en la UE. Todo depende ahora para asegurar la estabilidad de la capacidad de los dirigentes griegos y turcos para resistir las presiones internas del nacionalismo.

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