Clinton pide mano dura para acabar con el fracaso escolar
, Educadores, responsables políticos de los estados y ejecutivos de grandes empresas se comprometieron a finales de marzo, en la Cumbre Nacional de Educación en EEUU, a controlar conjuntamente una reforma que incremente los niveles de exigencia en la enseñanza con exámenes obligatorios para cambiar de ciclo y que corrija los bajos rendimientos de alumnos y profesores.El presidente Clinton pidió a los reunidos en Palisades, estado de Nueva York, que extremaran sus esfuerzos para mejorar la enseñanza pública, con garantías de que ningún estudiante pasa de curso sin reunir los mínimos necesarios: "Lo peor que se puede hacer es que los estudiantes acaben el colegio con un diploma y que no sepan leer". "Basta ya de facilidades por razones sociales; basta ya de coladeros para los estudiantes", señaló Clinton, que recordó su decisión en su etapa como gobernador de Arkansas, de incorporar un examen de selectividad antes de acceder al segundo ciclo la secundaria.
La política que suaviza las exigencias ha conducido a un serio deterioro de la enseñanza primaria y secundaria en EE`UU, y los profesores que han tratado de corregir ese rumbo encontraban numerosos obstáculos en el sistema y en los padres. Pero la opinión pública y los responsables educativos, alarmados por las estadísticas internacionales de comparación de alumnos, admiten ahora la necesidad del endurecimiento, de la que Clinton es un decidido partidario: "Que nadie se deje disuadir por gente que diga que los niveles son crueles o injustos: no hay que tener miedo a comprobar si los estudiantes aprenden realmente".
Exigencia a los profesores
Clinton aceptó el deseo de los gobernadores de asumir más responsabilidades en el diseño de los niveles de exigencia, con menor presencia federal, y les pidió que pusieran en pie un sistema que "recompense, inspire y exija más a los profesores". En la cumbre, grandes empresas como IBM, A.T.&T., Kodak y Boeing acordaron participar en un Centro de Coordinación que controle los niveles académicos y adecuar sus políticas de contratación a los expedientes escolares.
A pesar de la fanfarria que ha rodeado la cumbre, inevitable en un año electoral, persisten serias dudas sobre el futuro de la reforma de la enseñanza. La imposición de niveles más exigentes y la introducción de exámenes no suponen una solución automática a los bajos rendimientos, especialmente en zonas rurales o urbanas degradadas. Además, no es fácil que estados y comunidades locales lleven a sus últimas consecuencias el plan de exigir más e introducir exámenes selectivos: los repetidores, la negación de diplomas o el cierre de las universidades a estudiantes que no alcancen los mínimos son impopulares.
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