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Crítica:CLÁSICA: 'LAS TURBAS'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un triunfo sin precedentes de la música actual

Bien entrada la noche del Jueves al Viernes Santo, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno saca a las calles de Cuenca la denominada Procesión de lasTurbas. El aire se llena de un clamor percutivo, gritan exaltadas las trompetas y vive el pueblo, a su manera, la emoción de una fecha. La muerte de Cristo fue acompañada por la oscuridad y el trueno y la tradición evoca el misterio unas veces en silencio meditativo, ritmado por el grave redoble del tambor como en Orihuela, otras con el estallido de cientos, miles de tambores, como en Alcañiz o Calanda o como en Santa Coloma de Gramamet o Cuenca. Pero lo de la ciudad encantada reviste peculiaridades dignas de anotar: aparte la juntura de los metales distorsionados y el batir repetitivo de un diseño rítmico sobre las cajas, la eclosión supone, como muy bien ha visto Halffter, el diálogo entre el individuo solitario, recogido en su fervor, y el clamor de la multitud.Quizá hace mucho tiempo que Las Turbas de Cuenca demandaban la trasmigración al gran arte y así, por encargo de la Hermandad, Cristóbal Halffter ha compuesto y estrenado, unas horas antes de que saliera la cofradía, esta partitura asombrosa y magistral. Ya es acierto prescindir de las voces y ceñirse a una orquesta sinfónica normal sólo ampliada en los recursos de la percusión; el compositor no quiso pintar, ni siquiera evocar, sino penetrar en el ser, las posibilidades musicales y emocionales de un fenómeno antiguo que la tradición conserva vivo.

Casi puede sintetizarse el plan de la partitura en una imagen sencilla y unos espacios: el rezo solitario de un creyente en una iglesia, quizá pequeña, hasta la que llegan como, un leve rumor los lejanos e insistentes redobles. Poco a poco se acercan, crecen, destruyen el silencio, penetran en el templo y hasta suena, en una breve y feliz alusión, un girón de marcha procesional. Después todo se aleja en un proceso decreciente para acabar disolviéndose en la distancia y devolviendo al hombre solitario la intimidad de su plegaria. Contadas así, Las Turbas de Halffter pueden sugerir algo anecdótico, cuando lo cierto es que triunfa una inmensa tensión, apoyada por las largas notas tenidas, iluminada, como la propia Cuenca nocturna, por mil colores que se transforman una y otra vez, en felices hallazgos tímbricos y combinaciones sorpresivas impostadas con exactitud en el devenir sonoro para otorgar aire expectante y movimiento interno a lo que, como el mismo suceso tratado, parece una gran detención en el tiempo y en el espacio. Todos los recursos de la música actual han sido manejados con maestría, coherencia y gran sentido de las proporciones para abordar una impresionante tradición popular cuyo origen se pierde en la historia.

De un golpe sucedió lo que muchos niegan a la música actual: la estremecedora comunicación con el público, que, al final, estalló en una serie ininterrumpida de clamorosas ovaciones capaces de tornar el auditorio en turbamulta de entusiasmo. Como los aplausos, los bravos y los gritos de aprobación no terminaban, Halffter y la Sinfónica de Madrid bisaron aproximadamente la segunda mitad de la obra, una partitura que no es de circunstancia, como comprobaremos pronto en los estrenos que se anuncian.

El compositor dirige su música de manera superlativa y los activos sinfónicos de la Orquesta Arbós se comportaron con bravura y riqueza de matices. Antes Halffter expuso el Preludio y Los encantos del Viernes Santo, de Parsifal, el Wagner que mejor y más hondamente admiró Falla, y el Adagio de la Séptima sinfonía, de Bruckner, muerto hace un siglo. Ha sido una jornada clamorosa para el maestro madrileño y un concierto a marcar con piedra blanca en el recuento de las 35ª Semanas de Música Religiosa de Cuenca. Ante el acontecimiento recuerdo las palabras de Luciano Berio sobre la relación público y música contemporánea: "No sucede si no lo que siempre sucedió, que hay obras y autores".

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