Centrales nucleares

Me he quedado de una pieza y sin saber qué cara poner al leer las declaraciones del señor Mariano Vila, gerente de AMAC (Asociación de Municipios Afectados por Centrales Nucleares), publicadas el día 14 de marzo en EL PAÍS.Dicho señor manifestaba, en nombre de la mentada asociación, la exigencia de que se pusiera en marcha de una vez por todas la construcción del famoso cementerio nuclear, después de que Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos) anunciase su intención de no construir dicho cementerio y sí almacenar los residuos en las propias centrales que los producen. Concluye su declaración este señor con la indisimulada amenaza de movilizar a los más de 100.000 habitantes de los 70 municipios que componen la asociación para presionar a la Administración a atender sus reivindicaciones.Ciertamente, me parece absolutamente incoherente desear a los demás lo que uno no quiere para sí mismo. Si al señor Vila y a sus convecinos no les gusta la idea de vivir junto a una central nuclear o junto a un cementerio, ¿por qué quieren que se les busque otro emplazamiento? ¿Para repartir la basura? ¿Acaso piensan que un cementerio nuclear entraña mayor riesgo de contaminación que el propio centro que los produce? ¿No se dan cuenta de que ellos ya están conviviendo con un polvorín?

Creo sinceramente que el señor Mariano Vila debería aprovechar su ímpetu y la capacidad de convocatoria que dice tener para abrir un debate sobre la necesidad real de mantener abiertas las centrales nucleares que tenemos. Pienso que el resultado de ese debate arrojaría datos sorprendentes sobre el problema, y tal vez podríamos planteamos el cierre definitivo de dichas centrales, posibilidad que no parece habérsele ocurrido al gerente de AMAC.-