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El Gobierno británico estudia qué vacas sacrificar

El mantenimiento del embargo a la carne de vaca británica acordado ayer por la Comisión Europea no supuso ninguna sorpresa para el Gobierno de Londres, que prepara ya medidas de choque para acotar el problema planteado por el mal de las vacas locas. Downing Street respondió aún así a Bruselas con un furioso comunicado en el que insiste en lo "desproporcionado" de la medida. El propio primer ministro, John Major culpó a la UE de haberse dejado arrastrar "por la histeria creada por,la prensa y la oposición" en torno al mal de las vacas locas y anunció un recurso contra la decisión. Ayer, el Ejecutivo decidió posponer unas horas el anuncio, considerado inminente por todos los sectores, del sacrificio de una parte de la cabaña ganadera. Es probable que se produzca hoy, después de que el Parlamento debata la crisis provocada por el síndrome, en una sesión especial.Los ministros de Sanidad y de Agricultura, Stephen Dorrell y Douglas Hogg, respectivamente, mencionaron de pasada la posibilidad de tal medida, durante sus comparecencias ayer ante el comité conjunto de Sanidad y Agricultura en la Cámara de los Comunes. Dorrell reconoció que la prioridad del Gobierno no es ya la salud pública, sino recuperar la confianza de los consumidores nacionales y extranjeros en la carne de vacuno que produce el país.

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Hogg no añadió muchos más detalles que permitan desvelar la incógnita de cuál será finalmente la decisión que adopte el Ejecutivo para frenar el pánico causado por el mal de las vacas locas, aunque precisó que "se están barajando varias medidas".

La creciente presión del sindicato de ganaderos y de la oposición política parecen haber decidido finalmente al primer ministro, John Major, a aceptar la inevitabilidad del gesto, casi simbólico a estas alturas, de sacrificar, a las vacas adultas -con más de siete años- una vez terminado su periodo productivo en la industria láctea. Esto supondría suprimir unas 800.000 reses al año, evitando que la carne entre en la cadena alimentaria, en pasteles o caldos, como ocurre normalmente.

Los ganaderos consideran que dicha medida, con un coste mucho más modesto que la contemplada previamente de sacrificar a las reses por encima de los 30 meses de edad, podría restablecer la confianza de los consumidores y, quizás, la de la Comisión Europea. Londres intenta desesperadamente que Bruselas pague una parte de la abultada factura que ha dejado ya el mal de las vacas locas en la economía británica. Ayer, la Comisión de la Carne y el Ganado señaló que durante la última semana, desde que el pasado miércoles el ministro de Sanidad anunciara la existencia de posibles conexiones entre la encefalopatía bovina y su versión humana, se habían producido cerca de 7.500 despidos en mataderos y dependencias diversas ligadas a la industria cárnica que emplea a medio millón de personas en el Reino Unido.

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