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Los traficantes de "éxtasis" disponen de pisos francos en Madrid para distribuir las píldoras

Jan Martínez Ahrens

Los traficantes de drogas de diseño han conquistado el mercado madrileño. Los distribuidores de esta nueva generación de estupefacientes han superado los estrechos límites de la denominada ruta del bakalao -ya en vías de extinción- y han iniciado, la venta en masa en otros locales nocturnos, según fuentes policiales. Esta expansión ha sido posible gracias a la diversificación del producto -se han registrado más de seis derivados del éxtasis- y a la consolidación de una sólida infraestructura basada en pisos francos -denominados caletas-, redes de importación internacional y hombres de paja. Todo un entramado listo para servir al consumidor y tendente a minimizar las repercusiones de las redadas e incautaciones policiales.

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La idea de que el consumo de las drogas de diseño se limita a los locales que jalonan la ruta del bakalao ya ha pasado a la, historia. No sólo estos establecimientos han entrado en decadencia, sino que el éxtasis y sus derivados han saltado a otros lugares de ocio y multiplicado sus ventas. Este hecho, que no es ajeno a la aparición de los primeros enganchados al éxtasis en los centros de acogida de drogodependientes, responde a una ampliación de mercado cuidadosamente desarrollada por los narcotraficantes.La investigación de este fenómeno, cuya vanguardia corresponde al Grupo de Drogas de Diseño de la Brigada de Policía Judicial, apunta a que las organizaciones han desarrollado su plan en dos etapas. La primera corresponde al afianzamiento de las redes de importación.

La mayor parte de las metanfetaminas o derivados del. éxtasis se producen en laboratorios clandestinos de Holanda y Bélgica. Las dos vías habituales de entrada a España, aparte del transporte terrestre por carretera, corresponden a Gijón e lbiza, desde donde pasan a Madrid.

Los cargamentos pueden alcanzar el millón de pastillas. El precio de fábrica de cada gragea ronda las 350 pesetas. Una vez en la capital, la droga es distribuida por motivos de seguridad en pisos francos o caletas, de tal modo que ninguno almacene una cantidad excesiva. Esta medida atempera los efectos pena' les de las redadas -en febrero pasado fueron aprehendidas un total de 8.000 pastillas- Desde cada piso se reparten los estupefacientes a los camellos, quienes los sacan al mercado por unas 2.000 pesetas, es decir, seis veces más que su precio de compra.

La segunda etapa consiste en diversificar la oferta. Esto ha sido posible gracias a las caleidoscópicas variaciones que permite la molécula de la metilendioxi-metanfetamina o éxtasis. A partir de estos cambios, los narcotraficantes han lanzado al mercado, según fuentes policiales, al menos siete productos nuevos.

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Para diferenciar las pastillas, similares a una aspirina, cada una lleva grabada una marca distintiva, ya sea el rostro de un personaje infantil -Pedro Picapiedra, Pablo Mármol, Casper-, animales -pájaro de alas abiertas, buey- o simplemente símbolos como la calavera.

La compra del material en el extranjero, a diferencia de las grandes mafias internacionales, responde en algunas ocasiones a la iniciativa de unos cuantos amigos que deciden juntar entre todos el dinero. Este factor y su desvinculación de los círculos de la heroína y la cocaína explica por que la mayoría de los detenidos por esta causa carecen de antecedentes.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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