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'Una sensación algodonosa"

Elsa Fernández-Santos

Sobre todo, es una sensación algodonosa, muy suave". Ana, nombre ficticio de una consumidora que prefiere el anonimato, probó el GHB en una fiesta "tranquila" en casa de unos amigos, lejos de locales de moda y música de vanguardia. Para ella, lo que distingue a esta nueva droga de las pastillas de éxtasis, la droga de diseño más común en Madrid, es que su "subida" y su "bajada" son casi imperceptibles."De repente desaparece la sensación y te quedas igual. No te deja machacada, como una pastilla. Pero, claro, tampoco te da el, mismo punto eufórico", dice Ana.

Otro consumidor, fiel a las discotecas y los garitos afterours [locales que abren a primera hora de la mañana], confirma el efecto: "Es como estar rodeado de algodón, todo muy blandito. Luego, sin casi notarlo, desaparece esa suavidad sin que te deje mal cuerpo".

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El pasado viernes, en un céntrico local de Madrid, la nueva droga estaba en boca de todos. "Todo el mundo está preguntando por ella. Pero nadie tiene. Siempre que la he probado me han invitado. Nadie me la ha vendido. Hace unos meses era muy fácil encontrarla, es por rachas. No existe un circuito definido. A lo mejor un fin de semana encuentras por todas partes y al siguiente ni rastro. De todas formas, el verano pasado en Ibiza todo el mundo la conocía. No era nada nuevo".Moda pasajera

Para muchos, el GHB es una moda que pasará. Para su disribución varían los envases. El más común, además de los tubitos de una dosis, son los frascos de gotas para ojos u oídos, con bastantes dosis dentro. "Es lo más cómodo. Abres la boca y te metes unas gotas. No sabe tan mal".

Según los consumidores de GHB, sus efectos varían según el sexo. "A los hombres nos pone cachondos. A las tías les da un punto más relajado", asegura un chico de 24 años. "De verdad que a los tíos nos pone como una rnoto", insiste.

El bajo precio del GHB y su pretendida suave resaca son dos de los factores que más atraen a los que la han probado, la mayoría consumidores habituales de éxtasis.

"Lo más raro", explica un consumidor, "es que te pone la piel muy roja. Una mañana salimos un grupo de un local y cuando nos miramos en un espejo alucinamos: todos estábamos con la cara y los brazos rojísimos".

"Creo que es anestesia para vacas", añade con media sonrisa otro consumidor. "Lo probé una vez y no creo que repita. No sabría explicar su efecto... Lo mezclécon tantas cosas que no sé el efecto de cada una de ellas. Pero no me gustó, me dejó mal, aunque no sé por qué".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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