Íñigo Vallejo- Nájera fantasea con la cultura prehispánica y occidental
Su primer largometraje "Kutuwira", se rodó en un lugar sagrado de México

"Los que nada tienen siempre me dan las gracias". Esta frase de un maracané de la tribu de los indios huicholes cambió la vida a Íñigo Vallejo-Nájera. A sus 35 años, ha aprendido a ver la vida de otra forma y de ser una persona muy escéptica en el tema religioso, confiesa saber lo que "Dios nos quiso dar". Íñigo Vallejo-Nájera ha realizado su primer largometraje en México, Katuwira, en el que ha unido la magia de la comunidad prehispánica con los últimos avances tecnológicos en Occidente.
"No he pretendido hacer un documental, es una película fantástica". Así presentó ayer en la Casa de América Iñigo Vallejo-Nájera, hijo del famoso psiquiatra, Katuwira. El filme, protagonizado por Gabriela Roel, Damián Alcázar y Bruno Bichir, narra el viaje de Sofía, una joven experta en diseño gráfico en computadoras, desde Madrid hasta México, en busca de Nicolás, un desgarbado científico que le pide ayuda para dar color a una flor. La fotografía es de Flavio Martínez Labiano.Con un presupuesto de un millón de dólares y producida por él mismo y su esposa, Maite Arango, Katuwira surgió tras un viaje en solitario y en moto por las carreteras de Arizona y Nuevo México. "Conocí a un grupo de indígenas que me recomendaron el viaje a El Real del Catorce", recuerda Vallejo del Nájera.Fue en 1991 y les hizo caso. Supo entonces que ese lugar sería el elegido para su primer largometraje. El Real del Catorce, en el norte de México y a 11 horas en coche de México DF, es un inhóspito y bellísimo desierto donde habitan unos, 200 indios de la tribu de los huicholes. "Es un sitio mágico y sagrado, con una cultura basada en el peyote, un cactus alucinógeno que utilizan para viajar o soñar", explica este director, que estudió cine en Nueva York y Los Ángeles, hizo meritoriaje en verano en España, y trabajó como ayudante en algunas películas de grandes directores de Hollywood, como Steven Spielberg y Paul Verhoeven.
Vallejo-Nájera descubrió en El Real del Catorce la sencillez con la que sus habitantes ven la realidad, su relación con la naturaleza y, sobre todo, la filosofia de agradecer las cosas que uno tiene. No ha podido asistir a la ceremonia de la despedida del alma -una de las condiciones- para ello es estar al menos 10 años sin mantener relaciones sexuales-, pero sí la ha reflejado en Katuwira. "El alma al despedirse siempre tiene que dar las gracias por la vida".
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