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LAS VENTAS

Se saben la teoría

Las escuelas de Tauromaquia están dedicadas a la esmerada labor de formar profesionales del toreo. Para ello, sumergen a los alumnos en las corrientes insondables y complejas de la lidia y sus recursos. Les enseñan varia(los lances de capa, diversas maneras de poner los rehiletes, surtidos pases de muleta y variopintas formas de ejecutar la suerte (le matar.Con ese enorme bagaje de teóricos conocimientos, practicados frente al carretón y algún que otro becerro, los discípulos se lanzan a placearse por esos ruedos de la órbita taurina. Algunos, como los tres Jóvenes espadas de la novillada inaugural de la temporada madrileña, tienen la oportunidad de exhibir ese aprendizaje ante fáciles novillos, como los que salieron al ruedo venteño en este festejo. Preciosos ejemplares de pelo cárdeno, con la fuerza justa para no poner en apuro a los diestros y con esa bonancible embestida que permite colocarse tranquilamente y poder ligar los pases sin atragantón y paso atrás. Sólo desentonaron el quinto y sexto. Ambos se quedaban cortos, probaban la embestida y no humillaban.

Guadamdla / J

Ortega, Ortés, Ch. OrtegaNovillos de La Guadamilla, bien presentados, sin fuerza, boyantes en general. José Ortega: pinchazo, media perpendicular, rueda de peones, descabello -aviso- y descabello (silencio); estocada honda baja, tres descabellos -aviso- y descabello (silencio). Regino Ortés: pinchazo y estocada baja (silencio); metisaca (silencio). Chamón Ortega: estocada corta, rueda de peones -aviso- y estocada (silencio); estocada (aplausos). Plaza de las Ventas, 10 de marzo. Media entrada.

Pero la terna demostró que sólo se saben la teoría. Tanto ambos Ortega -José y Chamón- como Regino Ortés estuvieron toda la tarde dedicados al abuso del toreo con la derecha y al uso del pase natural mecánico y artificioso. Sólo al final de las faenas sacaron a la luz la gama de adornos explicados en las aulas de la escuela. Así, hubo trincherazos, cambios de mano, abaniqueos y desplantes. Hasta Regino Ortés se permitió un festón de añejas manoletinas para cerrar la faena del segundo novillo. Todo muy bien hecho, pero frío, con más técnica que arte. La bondad de los novillos habría permitido haber abierto las espitas del arte. Pero los pupilos de la Escuela de Tauromaquia creen que el arte consiste en la postura desmayada y el paseíto marchoso.

Había también oportunidad de demostrar que no solamente conocen la variada teoría del arte de muletear al enemigo fácil y pudieron haberlo hecho ante las dificultades de los dos últimos novillos del encierro. Pero tampoco, en esta ocasión, salió a la vista la supuesta ciencia. Se limitaron a ensayar de nuevo el derechazo a la trágala y a meter el pico de la muleta para nada. Y es una pena. Porque el público no entró en el calor del entusiasmo del arte en ningún momento.

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