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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Eusko gudariak'

ESTÁ EN la lógica del terrorismo volver las armas contra el pueblo en cuyo nombre justificó en su día el recurso a la violencia. Así ha ocurrido en otros tiempos, así ocurre también en otros países. Al asesinar al ertzaina Ramón Doral horas después de que se cerraran los colegios electorales, ETA vuelve a demostrar el valor que concede a la opinión de los ciudadanos vascos; deja también claro que todos los que no acatan su dictado -es decir, todos los demócratas- figuran entre sus víctimas potenciales. Porque hace ya mucho que ETA no es una organización nacionalista que recurre a métodos criminales, sino una organización criminal que utiliza pretextos nacionalistas.Frente a lo que parecen pensar sus cómplices, Euskadi no cabe en un estadio de fútbol: más de 20.000 seguidores de Herri Batasuna aclamaron a ETA en el de Anoeta el 24 de febrero, pero más de un millón (te vascos, el 88% de los votantes, apoyaron el domingo a opciones políticas que rechazan expresamente los crímenes de ETA. La vasca es una sociedad plural. Cualquier intento de monopolizar su representación supone violentar la realidad. Los partidos no nacionalistas, PSOE, PP e IU, han cosechado el 51,12% de los votos, casi seis puntos más que la suma de las tres formaciones nacionalistas que han obtenido representación parlamentaria: PNV, EA y HB.

Ya ha habido quienes han pretendido deslegitimar, o al menos relativizar, esos resultados aduciendo que reflejan el contagio de la polarización existente en el conjunto de España. Como si a los vascos les fuera indiferente lo que se ventila en las elecciones legislativas; es decir, el signo del Gobierno de España. Al margen del carácter antidemocrático de esas cavilaciones -equivalentes a las de los posfranquistas, que deslegitiman el voto rural o el de los ancianos-, lo cierto es que la participación en las legislativas viene siendo en Euskadi bastante superior a la registrada en las elecciones autonómicas, provinciales o municipales. Concretamente, el 3-M, la participación ha sido del 72%, 12 puntos, más alta que la registrada en las últimas elecciones autonómicas. Y cuanto mayor es la participación, más aumenta el voto no nacionalista.

Dentro del nacionalismo, es el sector más moderado, representado por el PNV, el único que resiste e incluso mejora su porcentaje, superando ahora el 25%; pero su subida no compensa el retroceso de las otras dos formaciones nacionalistas, que pierden unos 35.000 votos. El retroceso más visible es el de HB, que pierde 26.000 votos, el 15% de los que tenía. Se trata de la novena convocatoria consecutiva en que ese partido pierde votos. En 1987, con cerca del 20%, HB era la segunda fuerza de Euskadi. Ahora está en el 12,5% y es la cuarta. No se ha verificado el pronóstico de quienes dijeron que la detención de Idígoras era "darle votos gratis a HB".

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Cada vez es más discutible ese criterio que lleva a una especie de rendición unilateral de las instituciones a fin de evitar "caer en sus provocaciones" y que supone de hecho la impunidad de quienes delinquen. Sociólogos solventes reconocen que la vivencia de la agresión desde la impunidad ha sido interiorizada por los radicales, especialmente los más jóvenes, como una invitación a aumentar sus provocaciones, la violación de las leyes y la agresión contra la ciudadanía. Esa falta de límites ha hecho retroceder la frontera de lo que los terroristas y sus seguidores consideran legítimo o asumible hasta extremos hace poco insospechados. Por ejemplo, hasta el asesinato de un ertzaina de conocida militancia nacionalista. En respuesta a todo ello, los asistentes al funeral celebrado en Irún en memoria del ertzaina asesinado entonaron el Eusko gudariak, himno de los soldados, vascos en la guerra civil y luego de la resistencia antifranquista. Pero lo entonaban contra los nuevos fascistas que el lunes volvieron a matar sabiendo que también disparaban contra las urnas.

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