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Uno de ellos, de inteligencia limitada, dice que no aceptaba ayuda

Sara Velert

Francisco Puchau García llevaba 36 horas muerto cuando fue avisada la policía. El fallecido, enfermo de sida, estaba desnutrido, tenía piojos, heces en la ropa, y escoriaciones de arrastrarse por el suelo. El fiscal acusó ayer en la Audiencia de Valencia a su hermano Juan de dejarle morir. El procesado, de una inteligencia limitada, se enfrenta a una pena de hasta 12 años de prisión, y su otro hermano, Alfredo, a seis meses por omisión de socorro.

Francisco Puchau era alcohólico crónico y no modificó su forma de vida cuando supo en diciembre de 1993 que padecía el sida. Según testificó ayer un médico que le atendió, no siguió el tratamiento prescrito y no acudíó a las revisiones. Su hermano Juan, que le encontró muerto en su cama el 10 de octubre de 1994, afirmó en el juicio que no aceptaba su ayuda, no le dejaba hacer su comida ni lavar su ropa. "No me dejaba que le tocase y decía que no le molestase para nada", añadió Juan. Por su parte, Alfredo Puchau, de 37 años, acudía al domicilio de sus hermanos semanalmente y advirtió a Juan que avisara a un médico si Francisco empeoraba.Los días anteriores a su fallecimiento el enfermo ya no se levantó y Juan se limitó a entrar alguna vez a la habitación para comprobar que respiraba. Francisco estaba muy delgado y perdía fuerzas "poco a poco", pero "no creía que iba a morirse ya", aseguró al tribunal. El informe psicológico sobre Francisco explica que su capacidad intelectual está en el límite de la normalidad y que era "muy difícil" que entendiera "una situación social complicada". Su padre murió un mes antes, también a consecuencia del alcohol, y la familia apenas tenía ingresos. La psicóloga afirmó que su desarrollo, personal, "determinado por una socialización inadecuada" y "una dureza emocional", pudo llevarle a pensar que su responsabilidad se acababa en el momento en que el enfermo rechazaba su ayuda.

Pero el cadáver de Francisco mostraba signos evidentes de la falta de cuidados y los forenses dijeron que debía llevar acostado varias semanas antes de morir, y no días, como aseguraron los acusados. La desnutrición que sufría se debía al sida y pudo empeorar al no recibir atención adecuada. En estado terminal, lo normal es que hubiera sido ingresado o que hubiera recibido una asistencia médica diaria en su casa, añadieron los peritos.

El fiscal sostuvo que el enfermo, aunque condenado a muerte por el sida, falleció "antes de tiempo y de forma indigna" y que es "inaceptable" que Juan dejara en paz a su hermano porque así se lo pedía y no fuera capaz de llamar a un médico. "Los días antes de su muerte no hizo nada por él y causó su muerte por inanición", subrayó el fiscal, que pidió 12 años de prisión o tres sí el tribunal considera que sólo contribuyó indirectamente a la muerte de Francisco. Sobre Alfredo, el fiscal dijo que no podía limitarse a dejar en manos de Juan el aviso en caso de urgencia y solicitó para él seis meses de arresto mayor. Las defensas incidieron en que nunca hubo voluntad de dejar morir a Francisco y que lo fácil hubiera sido desentenderse e ingresarlo.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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