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Barras, estrellas y dólares en Tuzla

El poder militar norteamericano se despliega con todas las comodidades en una ciudad del noreste de Bosnia

La espina dorsal del poder militar de EE UU en Bosnia se despliega en un recinto de 18 kilómetros cuadrados en Tuzla, al noreste del país. En su muy custodiada. entrada principal, un rótulo anuncia la sede de la Fuerza de Choque Aguila. La nieve sitia el cuartel general de la 1 División Blindada, su designación oficial, una unidad de élite con base en Alemania integrada por más de "12.000 soldados de hierro", en palabras del teniente californiano Robert González. Debe de ser cierto, porque cada uno de estos soldados, hombre o mujer, lleva encima cuando está de servicio no menos de 15 kilos de impedimenta.El aeropuerto de la ciudad de Tuzla, hasta no hace mucho sitiado por los serbios de Bosnia, es la sede de la Fuerza Águila. Una bandera estadounidense ondea inmaculada junto a gran radar móvil el centro de su única pista, de la que despega un helicóptero de transporte Chinook levantando una tormenta de nieve. "No tenemos espacio ni facilidades para el mantenimiento de los aviones. Vienen y van de las bases italianas y los portaaviones en el Adriático", exotica, el teniente.Desde Tuzla, puesto de mando del general William Nash, el grueso del contingente estadounidense controla una de las tres grandes zonas en que se ha dividido Bosnia a efectos del despliegue de la OTAN. Los otros dos sectores están respectivamente bajo mando francés (Sarajevo) y británico (Gomji Vakuf).Los soldados norteamericanos en Tuzla, unos 2.500, han montado en el aeropuerto de la ciudad bosnia un remedo a escala de su país. En el recinto, rotulado de forma obsesiva y con sus calles marcadas con carcasas de bombas de aviación, se alinean por centenares los camiones y el amplio catálogo de vehículos para todos los usos traídos desde Alemania "en el mayor movimiento de material bélico en Europa desde la II Guerra Mundial". Las piezas artilleras de 155 milímetros de la división blindada están cuidadosamente ocultas a los ojos de los visitantes por carpas de camuflaje.En el supermercado divisionario pueden encontrarse desde bragas -el 10% de la fuerza es femenina- hasta. el Wall Street Journal o el Herald Tribune. Hay música ambiental, se paga sólo en dólares y los estantes más concurridos son los de revistas de informática, material electrónico, tabaco y bebidas refrescantes. El afortunado y escaso personal local contratado no da crédito a sus ojos. Viven en una ciudad, Tuzla, donde desde hace cuatro años semejante espectáculo sólo se ve en las series estadounidenses de televisión. "No hay sitio como la propia casa", dice en la cola el sargento Murphy, de Alabama, quejándose de que aquí sólo, pueden ver un canal de televisión, la CNN. En el cuartel general e Tuzla funciona a una emisora de radio para sus tropas en Bosnia, con la música que les gusta. Barras y Estrellas, el periódico semanal de las Fuerzas estadounidenses en Europa, presta ahora una atención especial a Bosnia. En su última edición reproduce una noticia de hace 50 años según la cual Francia y Reino Unido han aceptado hacer una declaración con junta con Estados Unidos en favor de "un Gobierno interino en España que reemplace al del general Franco". La vida está perfectamente organizada en el alambrado cuartel general de la Fuerza Águila. Los soldados duermen en grandes tiendas colectivas con piso de madera, en las que disponen de calefacción y luz eléctrica. La zona de fumadores es un gran cenicero instalado junto a un árbol, a cinco grados bajo cero. Patrullan siempre acompañados y en pequeñas unidades. Un despliegue inusitado del espionaje acompaña al puramente militar de Estados Unidos en Bosnia.Para prevenir cualquier amenaza evitable contra sus Fuerzas, Washington ha montado una red electrónica de información que permite que mapas, textos, fotografías e incluso vídeos tomados desde aviones entren en segundos en videoterminales instalados hasta en las unidades más pequeñas. Aparatos espía U2 y RC-135 transmiten constantemente su información. La CIA y la supersecreta Organización Nacional de Reconocimiento han tejido junto con el servicio militar de inteligencia una tupida red de protección. La Casa Blanca tiene pánico electoral a las bajas de sus soldados en un lugar tan alejado como Bosnia de los intereses directos estadounidenses.Nada parece haberse dejado al azar Incluso para lo que no puede prevenirse, como la explosión de minas -de las que se calculan alrededor de seis millones en Bosnia-, los estadounidenses se han traído de Alemania no sólo lo último en electrónica, sino algo más cálido y eficaz, según el sargento James Jackson: perros especialmente entrenados. Cientos de soldados de los tres bandos bosnios y al menos media docena de la fuerza internacional han perdido la vida a causa de las minas. "El instinto de los perros para detectar minas de plástico es muy superior a cualquier otro sistema", asegura. En la base de Tuzla no se escatiman medios para mantener felices a los seis pastores alemanes y belgas encargados de esta misión, incluidos sus cojines favoritos.

Los 20.000 soldados estadounidenses en Bosnia han venido al país balcánico "con todo". Pero sus joyas, como el teniente González se encarga de señalar, son dos: los helicópteros de ataque Apache, equipados con misiles guiados por láser, de los que la división emplea 48, y el carro de combate M1 Abrams, una máquina insuperablemente intimidatoria que puede lanzar a la carrera sus 70 toneladas de blindaje y electrónica y disparar a la vez un cañón de 120 milímetros.

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