En volandas
Los PlanetasJ, guitarra y voz; Florent, guitarra y coros; Raúl, batería; May, bajo. Entradas 1.500 y 1.800 pesetas. Sala Revólver Club. Madrid, 29 de febrero.
No importó que uno de los gran des músicos de Irlanda, Van Morrison, diera un único concierto en Madrid coincidiendo con la actuación de la banda granadina Los Planetas. La sala Revólver Club, donde actuaron, no echó de menos a nadie en una fiesta como pocas veces surgen para celebrar la música de una banda nacional. La jauría de fieles, más cantarina que ladradora, arropó constantemente y con buena me moria las composiciones de Los Planetas, complemento perfecto para la actitud de euforia musical que J y sus colegas pudieron permitirse.
Los Planetas, con dos trabajos de larga duración y varios Eps, han conseguido dar sentido y vida a un segmento de la música independiente que aún permanece algo confuso y muy centrado en la imitación de lo ajeno. Los temas de Pop, su última y reciente entrega, y de Super 8, pasaron la noche en volandas sin tocar la tierra del aburrimiento, a veces a pesar de que el sonido no respondiera a las expectativas de la canción. Al margen de la técnica, que en un directo salva o ahoga la música, Los Planetas tienen como mejor aliado la capacidad compositiva de J, que sabe crear canciones personales e inconfundibles ajenas al bullicio de la estupidez.
Y hablando de J, responsable también de la voz, cabe decir que a veces se le escapa la imaginación, mucho más versátil que el timbre de su garganta, y le cuesta mantener domado el grito y el susurro, en un difícil encuentro entre lo ideado y lo posible. Pero el arrojo de Florent con su guitarra llena los huecos, que sin él serían pozos sin fondo.
Florent se hace cargo perfectamente de las florituras que embellecen las canciones acompañando el ritmo, algo tieso sin dejar de ser efectivo, del bajo y la batería. May, la bajista, volvió, como es costumbre, a tocar de cara a la pared durante toda la velada, dejando la posible expresividad de su presencia en manos de su sonido.
El paseo fue extenso y divertido; lo mejor de la noche, los temas de su último trabajo, que sonaron muy trabajados y luminosos: db, Una nueva prensa musical, La máquina de escribir, David y Claudio e Himno generacional 83 surgieron con fuerza y claridad acompañados por los saltos del público, que hacían vibrar el suelo creando la sensación de un pequeño terremoto. La voz de J se notó cansada hacia el final pero eso no impidió que se marcaran tres bises que podrían haber sido más, si del público dependiese.
Babelia
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