Apoteosis para El Güito
IV Festival Flamenco de Madrid: Galardón Flamenco Calle de Alcalá
Baile: Güito. Cante: José Mercé. Toque: Moraíto Chico. Teatro Albéniz, 29 de febrero.
Terminó El Güito de hacer su baile por soleá y fue un clamor. El público en pie, enfervorizado, le rindió homenaje durante largos minutos.Había bailado la farruca, había bailado la soleá. La farruca es un baile escueto, desencarnado, al que incluso se le ha quitado el cante actualmente; desprovista de cualquier arropamiento que mitigue su sequedad, no digamos de cualquier adorno, su única defensa es bailarla bien o no bailarla. El Güito la baila, la baila muy bien, en maestro y dando una lección de sobriedad y justeza. Los pasos imprescindibles, ni uno más, ni uno menos. Él sabe que no es cuestión de bailar más tiempo, ni de zapatazos ni de pataleo, sino de que el baile vaya por dentro, que es cuando el bailaor se olvida del público y de todo lo que le rodea y baila para sí mismo, sintiéndose él, gustándose él.
Esta noche El Güito bailó mejor todavía. Como si estuviera en una nube, como si el baile de maravilla que nos regalaba brotara por generación espontánea de su propio ser y no hubiera tenido que aprenderlo nunca. ¿Es esto la inspiración? Por soleá, que vamos a decir. Es su baile, el. que le ha llevado en volandas por todo el mundo hacia el éxito sin paliativos. Ahí está lo mejor de un bailaor señor, lo más personal de su vena creativa, lo más grande. El Güito tiene en la soleá una intuición genial para unir a su magisterio un concepto estético de insólita belleza, una alada gracilidad que utiliza el tiempo lento para subrayar la nobleza y la jondura de su baile excepcional. Fue la noche de Eduardo Serrano El Güito, quien recibió sobre el escenario, de manos del gerente de la Fundación Caja de Madrid y en presencia del jurado que le condediera el honor, el Galardón Calle de Alcalá.
Y después cantó José Mercé, acompañado por Moraíto Chico. El cantaor tuvo también su elogio para El Güito, "un bailaor, bailaor". Y salió cantando por soleá y lo hizo de manera. admirable, templando el cante, quejándose, buscando la emoción en su interior, cantando para gustarse él como antes Eduardo había bailado para gustarse él. Mercé siguió por alegrías y, por siguiriyas, y nuevamente se elevó al reino de los elegidos. Moraíto le acompañaba embebido en el cante y sacando de las cuerdas de su guitarra notas transidas de una luz y de una energía interior que traspasaban a la audiencia. Por fin, los tangos y las bulerías, lo festero, con El Güito de nuevo compartiendo una patadita con Sebastián El Pelao y Faiquillo. Una noche mágica, inolvidable.
Babelia
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