Fallar con Falla
Ballet Clásico de Madrid
Suite en blanc: Lifar / Lalo; El sombrero de tres picos. León / Falla. Teatro de Madrid, La Vaguada. 28 de febrero.
Serge Lifar compuso Suite en blanc en 1943 para ratificar en la práctica la excelencia de la academia balletística francesa, renovada paralelamente al avatar de la guerra mundial por él mismo; se lo inspiró la plantilla de la Opera de París, como a Balanchine Symphony in C (1947). Son piezas grandiosas, de alto vuelo y compleja ejecución que emulan a otra de su mismo género e interés, Etudes (1948) del danés Lander, que la casa parisina, casi por derecho propio, adoptó también en 1951. Es la tríada de piezas tan temidas como ansiadas, alentadas por el gusto mismo del ballet en estado puro. Todas esas obras necesitan tres primeras bailarinas y cuatro primeros bailarines virtuosos para su justo reparto, y pocos de los grandes conjuntos mundiales se atreven con ellas. La temeridad no ayuda al buen hacer en ballet, y este es el caso del montaje que hace León del original lifartiano: no llega a un mínimo aceptable y desdibuja toda traza del estilo Lifar, que existe y está reglado: su sentido del alongé, su invención posicional tras la quinta.
Con El sombrero... es diferente. El coreógrafo respeta en esencia el guión y el sentido coral del original, pero falla la estructura y traiciona el espíritu danzable de esa música genial, es decir, el estilo, tan canónico del demi-caràctere y para más, con sellos antecedentes que son losas ineludibles, desde Massine a Antonio Ruiz Soler, cada uno en su cuerda. Massine, por ejemplo, entendió que el vocabulario propiamente clásico debía ser condimentado con algo más que acentos hispanizantes y eso ya lo pensó al oìr Noche en los jardines de España, que fue el primer intento de ballet con Falla. Adolfo León sabe seguramente estas cosas, pero el resultado de su Tricorne no tiene puntas, es romo, y hasta triste. Por allí, entre las chicas, hay talentos dispersos, se ven posibilidades, pero lejanamente.
Lo justo para todos sería que Adolfo León y su equipo encontraran la medida real de sus posibilidades en lo técnico y lo estético, en lo musical y lo coréutico.
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