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Publicados los ejercicios de estilo y broma de Federico García Lorca

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"Había una naricita voladora en la uña podrida de los ángulos horripilantes". Quien así compone no era Salvador Dalí, como dice la firma y sugiere el estilo, sino el propio Federico, García Lorca, que en los años 1927-28 realizó una serie de pastiches de poemas a la manera de algunos de los poetas más conocidos de la época, y que permanecían inéditos. El crítico Miguel García-Posada, que revisa las Obras Completas de Lorca para una edición del Círculo de Lectores, ha compilado la llamada Antología moderna, editada por La Veleta y la Fundación García Lorca. En ella se recogen por primera vez estos poemas y también otros del poeta Isidoro Capdepón Fernández, personaje del que se oyó por primera vez en una juerga de las de la época, y cuya caligrafía -sus manuscritos se exponen en la Residencia de Estudiantes, don de anoche presentaron el libro García-Posada, Andrés Trapiello y Manuel Fernández Montesinos- guarda extrañas similitudes, con la de García Lorca. Según García-Posada, con estos pastiches Lorca demuestra que "el duende no se repite nunca: la repetición desemboca en la esclerosis y la academía". Isidoro Capdepón Fernández escribe así, por ejemplo: "Granada bella, ¡Granada! / emporio de ruiseñores, / hoy gimes abandonada, / la media luna enterrada / de tus príncipes mejores. / / Sultana cautiva y presa / en tus ajorcas de plata, / cantada por Villaespesa / en su poética empresa / de lírica catarata".

A José Bergamín se le atribuyen los siguientes afuresmas, entre otros: "La conciencia de la evidencia es la ciencia de la conciencia". "El arte no es lo que creen las gentes. El arte es otra cosa". "Me decía una vez Paul Valéry refiriéndose a Rainer María Rilke: 'Muy buenas tardes"'. "El arte no pasa; se pasa". "Con el arte no se va a ninguna parte" "No se va [al ninguna parte porque se va al todo".

De Pedro Salinas se recoge el siguiente presagio: "Estos amores nuestros / -mujer, no quiero decirte nada-. / Para ti está el espejo tranquilo de la alcoba del hotel que nos ha de unir / en el hijo -en la noche- / y en lo que no sabemos. / Pero no estoy tranquilo / con el fluir de días / ni soy apto para su ejercicio".

De Antonio Machado es supuestamente lo que sigue: "Se veía al trasluz / la sangrecita brillo / de un corazón de Jesús"; a Rafael Alberti se le atribuye siguiente chuflilla: "Déjame, pirulito, / déjame solo / con el cascarabito del garigolo. / ¡Garigolantes, viva el vito bonito / de los tunantes!". Alberti también firma: "Cuatro ángeles, si de verde menta, / en el umbral pipirigallo a solas / beben los vientos con caracolas / sobre muros de pólvora y pimienta

Y el propio Lorca se firma a sí mismo un romance que termina:

"A la mitad del camino / hay cuatro cruces de leño. / Bajo las cruces reposan / Pedro, Juan, Francisco, eccétero".

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