Los Urales desvelan sus secretos
Treinta y tres instituciones científicas y prácticamente cinco años de intenso trabajo han sido necesarios para confeccionar la mayor y más completa radiografía de los Urales, la cordillera formada al final del paleozoico tras la colisión de dos grandes placas continentales, la correspondiente al este europeo y la siberiana. El resultado de este choque, ocurrido hace 250 millones de años, fue la formación de un nuevo continente, Pangea, y el surgimiento de una increíble cordillera, los Urales, que esconde en su interior la mayor variedad de recursos naturales (minerales y energéticos) del mundo. Los resultados de la investigación, en la que destaca la localización de lo que parecen ser los límites de las placas tectónicas, fueron presentados ayer por Andrés Pérez Estaún, investigador principal y coordinador del proyecto Uralides.El proyecto Uralides empezó a desarrollarse en 1992 impulsado por la European Science Foundation. Desde entonces, investigadores pertenecientes a 14 instituciones rusas, 18 europeas (tres de ellas españolas) y una estadounidense han participado en subproyectos que abarcan investigaciones en geología de base, geofísica, metalogenia, geoquímica, geocropología, paleobotánica y paleozoología.
La amalgama resultante ha significado, según Pérez Estaún, "una verdadera revolución" por cuanto ha sido posible obtener imágenes que "nunca se pensó obtener". Las imágenes corresponden a la representación gráfica de una amplia zona aI sur de los Urales, de 510 kilómetros de longitud, sobre la que se han realizado diversos experimentos sísmicos, miniterremotos artificiales. Gracias al mismo, los investigadores han logrado ver las estructuras no sólo de la corteza continental, sino más allá, por debajo del manto, hasta lo que pudieran ser los límites de la placa tectónica actual, a 250 kilómetros de profundidad. "Ésta es la primera vez que se logra una imagen de este tipo", afirma Pérez Estaún.
El primero de los experimentos consistió en el uso de cinco camiones de gran tonelaje dotados de potentes vibradores. "Envían energía al fondo de la Tierra y ésta se refleja en superficie". Con ello se obtienen imágenes muy precisas de la zona alta de la corteza (40-50 kilómetros) que muestran estructuras y contrastes entre distintos tipos de rocas. El segundo experimento consistió en el uso de explosivos dispuestos cada tres kilómetros, con los que es posible obtener imágenes mucho más profundas, de hasta 250 kilómetros de profundidad. En el tercero, llamado de sísmica de alto ángulo, se realizan unos pocos disparos de gran intensidad. Se llegaron a utilizar hasta 3,5 toneladas de explosivos. "Con estas técnicas", explica Pérez Estaún, "se conocen no sólo las profundidades sino también la velocidad de transmisión, con lo que puede aventurarse la composición de las zonas por las que atraviesan las ondas".
¿Qué es lo más destacable de los experimentos? "La presencia de discontinuidades muy profundas, entre 150 y 200 kilómetros", responde. ¿Qué significan? "Podrían representar los límites de la placa tectónica, los límites entre la litosfera y la estenosfera".
No sólo se obtuvieron estas imágenes. También fue posible observar una gran cantidad de reflexiones en el manto, lo cual demostraría que éste no es homogéneo, como siempre se había creído, sino que en él podrían abundar antiguas zonas de subducción o incluso cizallas.
El perfil obtenido en los Urales permite aventurar investigaciones futuras, en especial respecto al aprovechamiento de recursos naturales, bien sean energéticos (gas y petróleo), bien sean minerales o metales. Éste es el caso de yacimientos de platino, cromo, oro, plomo y zinc. Las técnicas empleadas no son útiles para localizar directamente los yacimientos", explica el investigador, "pero sí para describir las zonas que reúnen las condiciones favorables para su localización".
Los estudios faunísticos demuestran la existencia de dos comunidades claramente diferenciadas hace 300 millones de años, y cómo éstas se uniformizan a medida que las dos placas continentales se acercan, desparece el océano que las separaba y acaban colisionando. Uralides, cuyos resultados se discutirán próximamente en Granada, concluirá a finales de 1997.
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