¿Se dice "buscar 'tres' o 'cinco' pies al gato
En la polémica antigua sobre si hay que decir "buscar tres pies al gato" o bien "buscar cinco pies al gato", este diario suele usar la primera. Y por una vez, un lector, Ignacio Soldevila Durante, de Playa de San Juan (Alicante), en vez de recriminarnos, ofrece una curiosa explicación en defensa de la expresión "buscar tres pies al gato". Dice el lector que, aunque la expresión más usada por EL PAÍS, "buscar tres pies al gato", presenta una aparente incongruencia semántica, puesto que, dice, "buscar tres pies a lo que tiene cuatro no representa ninguna complicación", sin embargo, puede ser la más correcta. Y ello a pesar de que dicha incongruencia aparente había llevado ya a Covarrubias, en 1611, a afirmar que lo de "`buscar tres pies al gato" tenía que ser una corrupción de una anterior que, más lógicamente, sería "buscar cinco pies al gato". Y subraya que también Camilo José Cela se inclina por la opción de Covarrubias de "buscar cinco pies al gato".Pero el lector, para defender la expresión "buscar tres pies al gato", presenta, la siguiente explicación: "En la corta medida de mis saberes, creo que a nadie se le ha ocurrido que el dicho y el sentido con que se lo usa son perfectamente coherentes, si se interpreta la palabra pie no como sinónimo de pata (cosa que ya debería haber puesto en aviso a los exegetas), sino en el sentido que tiene en la versificación latina y que fue utilizada en nuestras más antiguas poéticas, transcritas del latín y nacidas para el análisis de los clásicos. Gato, pues, tiene dos pies (o sílabas contadas, como dirían los poetas del mester de clerecía), y buscarle tres es tentativa desesperada cuando un ver
so anda cojo, y su rimador, necesitado de una sílaba más para cuadrarlo en el poema". Y concluye el lector alicantino con gracejo: "A veces, lo más evidente, lo que salta a los ojos, deja ciego (sobre todo si es animal que araña)". Tranquilos, pues, los que siguen buscándole tres pies, al gato.Errores imperdonablesQuienes no deberían quedarse tranquilos son los que escriben en este diario "andaron" o bien "gaseoducto", como acaba de ocurrir los días pasados. Se trata, sin más, de dos errores imperdonables. Por lo que se refiere al llandaron", es inútil insistir, porque hasta los niños de parvulario saben que se dice anduvieron", y en cuanto a la segunda, como afirma Eduardo Coca Vita, del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, "`vergüenza da leer en su diario la palabra gaseoducto' por 'gasoducto', porque es una agresión al lenguaje castellano y especialmente vistosa: en un título, con negrita y de tipografía destacada". Y añade: "Y para dejar claro que no se trata de una equivocación por descuide, el redactor repite el error cuatro veces en el texto". Y concluye: "Reciba, junto con mis interrogaciones de curioso, mi airada protesta de lector indefenso frente a los saqueadores del lenguaje". En el Libro de estilo de este diario está bien claro: "Se dice 'gasoducto', no 'gaseoducto".No eran fotos nuestrasTeresa Isasi, de Madrid, escribe para quejarse de que este diario haya firmado como guyas tres fotos que en realidad había hecho ella. Se refiere a unas fotos de las películas Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto y Días contados. Las productoras Flamenco Films y Aiete Filiris son las propietarias de dichas fotos realizadas por Teresa Isasi. Normalmente, las productoras -como en este caso envían al periódico las fotos sin la firma del autor. Y en estos casos, a veces se firman "EL PAÍS". Pero, como dice muy bien la autora de las fotos, "si desconocen al autor y es imposible averiguarlo, simplemente no pongan nada".Ya otros lectores habían tocado el mismo argumento. Interpelado Raúl Cancio, redactor jefe de Fotografía, confirma que generalmente las prodiactoras no indican, en efecto, el autor o la autora de las fotografías que envían al periódico, pero que en dicho caso, como
bien afirma Isasi, las fotos deben aparecer sin firma.Avisados, pues, los responsables de las firmas de pies de fotos para que no vuelva a repetirse el error.
Policia con inicialesFernando Álvarez, de Madrid, ha telefoneado al Defensor del Lector para preguntarle por qué en la crónica de Jan Martínez Ahrens del 7 de febrero se oculta el nombre del policía "condenado por pegar en un hospital a un preso con sida terminal, ciego e inválido", que aparece sólo con iniciales. El lector quiere saber por qué a otros condenados sí se les identifica con nombre y apellido, y a este policía, no. Y añade: "Si me lo encuentro un día me gustaría saber con quién tengo que tratar". Y pide que "no haya bulas para los policías condenados por faltas tan graves y bochornosas como, el ensañarse con un preso enfermo terminal".Alex Grijelmo, redactor jefe de la sección de Madrid, en la que apareció dicha información, ha reconocido que, tratándose de una persona "ya condenada"', en efecto debería haber aparecido con nombre y apellido. Aunque añadió: "A no ser que el redactor responsa
ble de dicha información haya tenido algún motivo concreto para que el nombre del policía se escribiera con las solas iniciales". Jan Martínez Ahrens, interpelado, ha dado la siguiente explicación: "El lector tiene seguramente razón. Pero el caso no surgió, como pueda temer, por el afán de favorecer al policía. De hecho, la crónica detalla minuciosamente la espantosa brutalidad del agente, quien, en tareas de custodia, golpeó a un preso con sida terminal, ciego e inválido (ése era precisamente el titular). El motivo, que no la razón, de utilizar iniciales en los apellidos -al igual que en otros casos- residió en que el juez, que es quien establece la condena, en ningún momento consideró lo sucedido un delito, sino tan sólo una falta. Ante este hecho, cabía preguntarse si la publicación de los apellidos completos del policía podía tener derivaciones indeseadas, como facilitar su identificación por delincuentes. Máxime cuando el juez no le inhabilitó". Otros redactores de este diario que se interesan también por la información judicial y policial coinciden en que, cuando se trata de las fuerzas de seguridad y se prevé que el descubrir el nombre del policía le podría acarrear represalias especialmente si se trata de temas de terrorismo-, se prefiere hacer uso de las iniciales. La queja del lector no es, sin embargo, impropia, ya que a represalias podría estar expuesto cualquier condenado por delitos a un tercero, aunque no sea policía. ¿Es ético hacer excepciones?
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al número (91) 337 78 36.
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