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46º FESTIVAL DE BERLIN

Desgarro

Kazan no se llevó nunca bien con Hollywood desde que éste le reclamó tras su espléndida iniciación -que es también la iniciación del cine independiente neoyorquino- en 1945 con Lazos humanos. Su primera película californiana fue Mar de hierba (1946) y supuso para' él un doloroso fracaso íntimo que le hizo huir de los estudios, con los- que después llegó únicamente a acuerdos de rodaje puntuales, película por película, reservándose el montaje definitivo. No les gustó su imposición a los ejecutivos de los grandes estudios, pero su Academia sancionó el talento de Kazan con tres oscars y una lluvia de ellos para sus actores.Ver aquí en esta hasta ahora mediocre Berlinale, obras de la precisión y hondura de América América, Al este del Edén, Pánico en las calles, Río salvaje, Viva Zapata, Un tranvía llamado deseo y Esplendor en la yerba es un mazazo de solvencia que convierte en aficionados a casi todos los directores de ahora en el capítulo ¿lave de la interrelación de actores, donde incluso los más eminentes carecen de su capacidad para orientarse en los intrincados entresijos del espacio escénico y hay que remontarse a George Cukor, Ernst Lubitsch, Fritz Lang y Otto Preminger, para encontrar un colega que en este terreno le dé réplica.

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Es curioso recuperar en Berlín, donde cayó el muro de contención de la agonía del estalinismo, La ley del silencio, donde en el año crucial de 1954 Kazan se lavó la cara ante el espejo del pecado humano de delación, en la que cayó en la época de la caza de brujas del senador fascista McCarthy. Esta caída le atormentó toda la vida y probablemente prosigue hiriéndole por dentro, aunque él lo niega rotundamente.

Su abandono del Partido Comunista americano -estalinista hasta los huesos- fue en aquel tiempo un acto de lucidez, pero su claudicación posterior ante el Comité de Actividades Antiamericanas se intuye que fue el último coletazo del instinto de supervivencia de un niño emigrante, griego de Anatolia, que se hizo delator de ex compañeros y no se lo perdona, lo que llena de desgarro trágico su hermoso cine.

Una parte de la complejidad del cine de Kazan procede de que representa con asombrosa precisión los estados de ánimo que, paradójicamente, representan con asombrosa precisión los estados de imprecisión, las situaciones de indefinición del carácter, lo que obliga al actor a crear vaivenes y titubeos en sus líneas de construcción del personaje.

Y es evidente que este rasgo por su persistencia en el cine de Kazan, es reflejo de una obsesión o un rasgo personal suyo que transfiere a sus actores, por dispares que sean: Kirk Douglas (El compromiso), Marlon Brando (La ley del silencio), James Dean (Al este del edén), Montgomery Clift (Río salvaje), Nathalie Wood y Warren Beatty (Esplendor en la yerba). Es esta la grieta por donde se deja ver ese desgarro trágico aludido.

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