_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un pacto de austeridad

Joaquín Estefanía

El nuevo Gobierno y el principal partido de la oposición a partir del 3 de marzo deberán suscribir, al menos, un pacto antiterrorista, para acabar con la barbarie nazi, y un pacto de austeridad, para colocar a España en el pelotón de cabeza de la Unión Económica y Monetaria. Del primero ya se ha escrito suficientemente en estos dolorosos días.El pacto de austeridad será central para cumplir los criterios de convergencia fijados en Maastricht, sobre todo en lo que se refiere al déficit y a la deuda pública. Converger con países como Alemania, Francia, Reino Unido, Suecia, etcétera -es decir, paliar los desequilibrios básicos de nuestra economía- es urgente para competir en un mercado global, independientemente del momento en que se fije la moneda única: la austeridad se precisará al margen del debate sobre el euro, existente en ésta y en las otras naciones de nuestro entorno. Entrar en el pelotón de cabeza europeo y adoptar la moneda única forma parte de los programas de los socialistas y conservadores españoles.

El desarrollo de la campaña electoral y el cumplimiento de las reiteradas promesas hace cada día más difícil cualquier retoque del pequeño Estado de bienestar español, aunque fuese con voluntad de consolidarlo. La competencia entre el PSOE y el PP para ver quién es aparentemente más socialdemócrata induce a sospechar de cualquier interferencia, después de marzo, en asuntos como las pensiones, educación, sanidad o desempleo. Por tanto, las medidas de austeridad sólo podrán llegar del lado de los ingresos (subir los impuestos), lo que tampoco es posible, o limitando los gastos corrientes y las inversiones públicas. Sobre estos asuntos es sobre los que habrá que conseguir el acuerdo de los grandes partidos, evitando las demagogias y reduciendo las soflamas.

Austeridad no tiene por qué equivaler, de modo automáticco, a política de derechas (ya nadie es de derechas en nuestro país). Depende de cómo se reparta. En el año 1977, el entonces secretario general del Partido Comunista Italiano, el irrepetible Enrico Berlinguer, comenzó a defender la austeridad como política económica correcta para transformar la economía de dicho país; en su opúsculo Austeridad, Berlinguer escribió: "Hay que darle un sentido y una finalidad a la política de austeridad que es una opción obligada y duradera y, al mismo tiempo, una condición de salvación para los pueblos de Occidente... Austeridad significa rigor, eficiencia y también justicia, es decir, lo contrario de todo lo que hemos conocido y pagado hasta ahora (la democracia cristiana) y que nos ha conducido a la gravísima crisis cuyos daños hace años que se acumulan".

Para que se legitimen los sacrificios de esta austeridad habrán de tenerse en cuenta dos datos fundamentales: la crisis del consumo (en 1995, los hogares españoles han gastado menos que el ejercicio anterior, por tercer año consecutivo) en aquellas familias donde tampoco ha crecido el ahorro; y el paro, que sigue creciendo, como muestran los datos del mes de enero, y que continúa en tasas muy superiores a las del resto de los países europeos. Los ciudadanos pertenecientes a estos dos estratos sociales, pobres y parados, deberán quedar excluidos de mayores medidas de austeridad, como las que se necesitan para el conjunto del país.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_