El negro fulgor de la pintura de Zoran Music llega a Madrid
Una amplia muestra de su obra celebra el 87 aniversario del pintor italianoSuperviviente por partida doble, pues logró mantenerse vivo en un campo nazi de la muerte, el de Dachau pero también porque ha logrado ser pintor hasta el final, Zoran Music (Gorizia 1909) presenta ahora en Madrid (galería Jorge Mara), ¡60 años después de su juvenil visita a esta ciudad!, una breve pero sustanciosa selección de su obra, donde se pueden contemplar cuadros fechados desde comienzos de los años cincuenta hasta muy recientes. En la primavera del pasado año, las Galerías Nacionales del Grand Palais de París le dedicaron una amplia retrospectiva, que venía a hacer justicia a la odisea artística y humana de este gran testigo de nuestro siglo.
Por otra parte, su presencia en Madrid, coincidiendo la inauguración de la exposición con la fecha de su 87º cumpleaños, no es ajena al arte, porque, como antes he insinuado, Music viajó a España el año 1935 para, estudiar de cerca a Goya, un pintor capital en su trayectoria, incluso por coincidir con él en un mismo amor por Rembrandt. Como a Goya, por lo demás, a Music también le ha atraído la imagen de lo popular como expresión de un arraigo y, sobre todo, es asimismo un pintor testimonial y, a la vez, introspectivo, lo que puede parecer paradójico en cu quiera que no sea un artista de llama o entraña negras, el artista que se involucra pon ardor en el acontecimiento e íntima, de forma trágica y entrañable, con él, consumiéndose en ese fuego.En la exposición de Madrid, que consta de 44 obras, hay ejemplos característicos de Music, desde sus paisajes dálmatas, que, a veces, desarrollan el hermoso tema de las manadas de caballos y el de las barcazas que los transportan, hasta la impresionante serie de No somos los últimos, cuando fue capaz de extraer, 25 años después de la tragedia vivida, las primeras imágenes del horror, pero también otras posteriores, entre las que destacan los últimos autorretratos de los años noventa. En la obra de Music hay como una grafía que refulge entre tinieblas, figuras espectrales que se resisten a desaparecer de la memoria, pero cuyo parpadeo parece el de un latido del corazón, justo el rítmico movimiento que hace milagrosamente prevalecer la vida sobre la muerte. El resto es silencio.
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