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El Pana pide al Gobierno de Venezuela que humanice el sistema carcelario

El Papa Juan Pablo II hizo ayer un "apremiante" llamamiento al Gobierno venezolano para que mejore el sistema carcelario con el fin de que "se respete la condición del hombre y no se consientan vejaciones ni tratos humanos" en los penales del país. El presidente, Rafael Caldera, esperaba al Papa en el aeropuerto de Maiquetía (Caracas) para una visita de tres días, la segunda que realiza al país después de 10 años. Los venezolanos confían que el Pontífice traiga un mensaje de paz, de solidaridad con los necesitados, que son muchos, pues el 80% de la población venezolana se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, según cifras oficiales, y de optimismo a fin de alentar el despegue para salir de la crisis económica que agobia a todos desde hace dos años.Su primer acto religioso se desarrolló en el exterior del penal de Catia, donde en 1994 fueron asesinaron 600 internos en riñas, motines y ajustes de cuentas. Su fachada fue pintada de blanco, pero ni el maquillaje de los pabellones ni el decomiso de armas y drogas que circulan en las celdas y el indulto de 147 presos lograron una seguridad suficiente como para que el Papa entrara a la cárcel.

Los reclusos del penal tuvieron que conformarse con ver a Su Santidad a 500 metros de distancia en una tarima alfombrada de rojo, colocada en el puente de la autopista. Sólo un grupo de 20 internos no peligrosos tuvo el privilegio de estar cerca en la misa. Los demás recibieron la bendición a través de 16 televisores en el piso superior de las celdas.

La visita a la prisión de Catia ha despertado una agria polémica en el país. Las madres de víctimas como los niños y adultos muertos en actos de delincuencia como el simple robo de zapatillas deportivas y coches consideran que no es justo que los asesinos de Catia reciban la bendición papal. El poeta Luis Alberto Crespo señala que "el Papa ha conseguido la santificación de los criminales, algunos de los cuales fueron liberados en su honor" y el dramaturgo Néstor Caballero opina que "la visita papal dejará un reguero de hostias, una rabia sorda y un gran bochorno".

Monseñor Romero

Juan Pablo II dejó ayer tierras centroamericanas con una escala técnica en Guatemala. Antes de abandonar San Salvador, el Papa oró ante la tumba del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado por los escuadrones de la muerte en 1980. Juan Pablo II, quien recibió una carta con un millón de firmas que le solicitan su intercesión para su rápida canonización, se declaró satisfecho de que la región ya no defienda intereses foráneos.

Ya pasaron "los anos aciagos y tristes que sembraron el odio y la. destrucción y causaron heridas dolorosas", señaló en San Salvador. Sin mencionar a EE UU y a la URSS, el Papa dijo que en Centroamérica se libraron continuas luchas de "intereses estratégicos, para hacer prevalecer, incluso con sistemas violentos, ideologías políticas y económicas opuestas, como el marxismo y el capitalismo desenfrenados".

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