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DENTRO Y FUERA DE ARCO 96

Sol Lewitt, entre la geometría y el color

La mayor antológica de sus 'dibujos murales' realizados sobre las paredes

La sala de las Alhajas, de la Caja de Madrid (plaza de san Martín, 1), presentó ayer la mayor antológica que se monta en Europa del norteamericano Sol LeWitt. Sobre las paredes de las tres plantas del edificio, los colaboradores del artista, han realizado 25 dibujos murales y un conjunto de, 100 guaches sobre papel, con piezas desde los años sesenta a los noventa. El artista conceptual ha entregado seis. instalaciones específicas para el espacio que estudió en una visita. Una de las obras tiene exactamente 10.000 líneas de 10 centímetros dibujadas con grafito. El montaje incorpora sus últimos trabajos de líneas coloreadas onduladas.

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Hasta el 30 de marzo, permanecerá abierta en la Sala de las Alhajas de Caja, de Madrid una amplia antológica del artista estadounidense. Sol LeWitt ,(Hartford, 1928), una de las figuras más relevantes de la histórica corriente de vánguardia entre el minimal y el conceptual. Aunque durante los últimos años hemos tenido la oportunidad de contemplar obras de Sol LeWitt en Madrid, ciertamente nunca en las condiciones de amplitud y es pectacularidad con que ahora se muestran en la Sala de las Alhajas, cuyas tres plantas sirven de excelente caja de resonancia visual para plantear, por una parte, una especie de segmentación cronológica diferenciada de tres etapas distintas de la evolución del artista y, por otra, de tres modos de irradiación cromática y formal asimismo diferentes.El método es el mismo: diseños de lo que Sol LeWitt denomina Dibujo de pared y Pintura de pared a través de variaciones múltiples. El artista concibe una partitura, donde plantea y resuelve un problema, y luego un equipo de competentes ayudantes lo ejecutan in situ, según las minuciosas indicaciones de su creador.

En realidad, LeWitt ha llegado a un procedimiento que es casi una exacta trasposición del sistema de creación musical, aunque obviamente de sus partituras no salen sonidos, sino figuras y colores; no se manifiesta en el tiempo, sino el espacio. Estoy convencido, sin embargo, de que se podría extraer música de sus anotaciones lineales y que el sonido resultante tendría un sentido consonante con la impresión visual que nos producen sus imágenes.Esta capacidad de abstracción linda con el ensimismamiento místico, un poco a la manera con que los tardomanieristas se refugiaban en la contemplación autosuficiente del disegno interno, la transparente pureza de la idea. De hecho, siguiendo, de arriba. abajo, tal y como, se ha dispuesto el recorrido cronológico de los dibujos y las pinturas de pared de LeWitt -25 dibujos y un centenar de guaches-, se desciende por una escala de una trama translúcida, pura retícula geométrica, hasta sucesivas ondas de reverberantes gamas cromáticas, cuyo desagüe final es una rompiente cascada de color. Al fin y al cabo, muy platónicamente, las ideas están en las alturas y las resonantes notas de grave sensualidad estallan en el subterráneo. Queda, eso sí, esa hilazón vertical, celebrando, una vez más, el matrimonio del cielo y el infierno; una suerte de Divina Comedia demostrada geométricamente.

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