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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Country' de diseño

Inopinadamente, había gran expectación en nuestro país para ver en acción a la banda del cubano-norteamericano Raoul Malo y, aquélla se tradujo en un llenazo, espectacular, por parte de un público de una media de edad cercana a los 40 años. Mavericks dieron rienda suelta, aunque elegantemente contenidos, a una veintena de temas, en los que las raíces country y rock a billy recibían un conveniente baño de latinidad. El resultado pierde la fuerza inherente a todo sonido folclórico -más o menos puro-, pero gana a cambio un delicioso estilo, que acerca estéticamente a sus creadores a uno de los grupos que mejor han sabido tratar la música tradicional norteamericana: Brinsley Schwartz. Esta lección supone un alejamiento voluntario de la tendencia megalómana y estandarizadora del country típico, representado por las vacas sagradas del estilo -Garth Brooks, John Michael Montgomery...-, y, al mismo tiempo, la voluntad de mestizar rizando el rizo. Demasiada elaboración para devenir en simple folclor.The Mavericks suenan ideales para engrosar la banda sonora de algún filme de Quentin Tarantino, pura esencia de los años noventa, más que para amenizar ningún rodeo.

The Mavericks

Raoul Malo (voz y guitarra), Robert Reynolds (bajo), Nick Kane (guitarra.) y Paul Deakin (batería).Sala Caracol. 2.000 pesetas. Madrid, 3 de febrero.

Durante la actuación sonaron algunos de los mejores temas de su último disco, Music for all occasions, aunque, teniendo en cuenta la patente dificultad de los artistas country para definir singles rotundos, es inútil resaltar una canción por encima de otras. Muy certero el nombre de su disco: música para todas las ocasiones, y para ninguna en especial. De lo que no se privó Raoul Malo es de aventar sus propias raíces, interpretando El rey, Volver, volver y hasta Guantanamera en medio del calor general de un público que coreaba, como en una boda, rendido a la fina labor de estos diseñadores del country.

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