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Hamás intenta minimizar las consecuencias de su marginación

Los líderes del movimiento islámico Hamás trataban ayer de minimizar el potencialmente pavoroso impacto de su marginación del proceso político palestino que culminó con la aplastante victoria de su principal adversario, Yasir Arafat. Las evaluaciones que hacían eran sorprendentemente variadas y ello no hizo sino confirmar el grado de fraccionamiento de los islamistas que optaron por la abstención en línea con su política de oposición a las negociaciones de paz con Israel.Mahmud Zahar, académico de Gaza considerado uno de los ideólogos de Hamás, declaró: "Nuestro boicoteo no nos ha marginado. Incluso si Arafat nos arrancara de raíz, nuestro programa político sobreviviría gracias a la estructura dé organizaciones islámicas en Palestina, el mundo árabe y el musulmán".

Eran palabras grandiosas para trazar el futuro de Hamás, creada en los albores de la rebelión palestina que estalló en los territorios ocupados en diciembre de 1987 y que precipitó los dramáticos cambios en Oriente Próximo. La realidad de Hamás tiene hoy rasgos más modestos. Su líder, el paralítico jeque de Gaza Ahmad Yasín, está en una prisión israelí. Su sucesor, Mansur Abu Marzuk, también está preso. La dirección política está esparcida por Jordania, Siria, Líbano y Sudán.

Los dos liderazgos

Para agravar las cosas, las de por sí fuertes contradicciones entre el liderazgo exterior y el del interior se han ido agudizando, y no sólo por diferencias de táctica y estrategia. En el insular mundo de la política de Gaza, el recelo de los militantes de Hamás frente a los dirigentes en el exilio ha ido creciendo al mismo ritmo que las ambiciones de los dirigentes locales.

Con todo, la voz de Hamás no estará totalmente ausente en el Consejo Palestino. Muchos de los candidatos independientes son simpatizantes de los islamistas, aunque su ingreso a la nueva maquinaria política no haya sido totalmente bendecida por las mezquitas. Tal es el caso del académico Imad Faluji, considerado como uno de los exponentes del pensamiento islámico de la nueva generación, que participó en los comicios y se hizo de un escaño a costa de su expulsión de Hamás.

Actitudes como ésa no han hecho sino acentuar el dilema de los islamistas y polarizar el sentimiento de la calle, donde comienza a registrarse cansancio con la estruendosa retórica de los grupos más extremistas, como Yihad Islámica, que no han cumplido sus amenazas de venganza contra Israel tras los asesinatos de Fatih Shekaki en Malta y de Yahya Ayash, alias El ingeniero, en Gaza.

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