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La policía alemana detiene a un libanés como sospechoso del incendio de Lübeck

Un joven libanés de 21 años que vivía en el lugar del suceso ha sido detenido por la policía alemana como presunto sospechoso del incendio que causó 10 muertos en un centro de asilados el pasado jueves en Lübeck, según se supo a última hora de ayer. Antes, unas 2.000 personas, extranjeros en su mayoría, se manifestaron al mediodía por las calles de la, norteña ciudad para protestar contra el nazismo, el racismo y la xenofobia con motivo del siniestro, no se sabe si provocado, en una casa donde vivían alrededor de medio centenar de refugiados procedentes de países de África y Oriente Próximo.

La policía no quiso revelar la identidad del joven libanés, que, al parecer, fue detenido el viernes a última hora junto con dos hermanos. Estos últimos fueron puestos en libertad más tarde. El sospechoso vivía con su familia en la residencia donde se produjo la Catástrofe. Anoche estaba siendo interrogado por comisarios locales.Las labores de rastreo continuaron con un mínimo número de obreros y se comprobó que en el interior del edificio no se encontraban más cadáveres. Una familia que vivía en la buhardilla y se temía hubiese perecido reapareció completa. En el momento del siniestro no se encontraban en la casa.

A partir del mediodía empezaron a concentrarse grupos de manifestantes en la plaza del Ayuntamiento de Lübeck. Se trataba de un grupo variopinto que abarcaba desde africanos con lazos blancos en señal de duelo por los muertos a turcos izquierdistas que protestaban contra la represión en su país y jóvenes punkis alemanes con las cabezas rapadas y pintadas de una variada gama de colores. No faltaban algunas parejas mayores con el aire de náufragos de la revuelta del 68.

Los gritos y pancartas retrotraían al pasado. En una gran pancarta roja se apreciaba la figura del difunto máximo líder chino Mao Zedong. Otra pancarta advertía: "El capitalismo se alimenta y fortalece con los atentados contra los trabajado res, los emigrantes y los asilados". El gentío desfiló hacia la casa incendiada al grito de "¡Muerte al fascismo donde quiera que esté! y "¡Viva la solidaridad internacional!". Un zaireño expresaba así sus sentimientos: "Por alejarnos de la dictadura del asesino Mobutu hemos venido a Alemania, para que aquí nos quemen los neonazis". Un alemán que observaba la manifestación comentaba con indignación: "Se ha comprobado que no fue un atentado. Viven de nuestros impuestos y ahora nos insultan y nos llaman fascistas".

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