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Cuatro mujeres entran a trabajar al interior de una mina asturiana

Se cumple una sentencia del Tribunal Constitucional de 1992

Cuatro mujeres comenzaron anteayer a trabajar en el interior de las explotaciones de carbón asturianas como ayudantes mineras. María de los Ángeles Llaneza, María Shirley Sánchez, María Virginia Domínguez y María del Carmen González, con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años, acaban de romper, gracias a una sentencia, el mito masculino de un oficio duro y exigente, cargado de simbología y pegado a la incertidumbre de un riesgo que habita agazapado en las profundas galerías.

Una sentencia dictada por el Tribunal Constitucional en diciembre de 1992, que reconocía el derecho a la mujer a acceder a puestos de trabajo en el interior de las explotaciones carboneras en pie de igualdad con los varones, ha hecho posible este hito histórico cuando la actividad hullera afronta un declive que se sabe irreversible en los valles asturianos. Desde principios de siglo las mujeres no entraban en las minas.A las siete de la madrugada, las jaulas de los pozos Pumarabule, en Siero, y Santiago, en Caborana (Aller), de la empresa estatal minera Hunosa, emprendían el descenso cotidiano a varios cientos de metros de profundidad con cuatro mujeres entre los mineros del primer relevo. Las cuatro trabajadoras, enfundadas en la ropa de faena y amparadas de los periodistas por los picadores más avezados, se negaron a hacer declaraciones tanto a la entrada como a la salida de su primera jornada de trabajo en los talleres mineros. El equipo fotográfico de un reportero de La Nueva España, sufrió la contudente negativa de María Shirley.

Compañeros de las nuevas mineras aseguraron a la salida que las cuatro mujeres estaban cansadas, pero "como le ocurre a todo el mundo el primer día, porque el trabajo es duro". "Cumplieron con su labor como lo haría cualquier hombre en su lugar".

Por parte de la empresa, la actitud de los mandos hacia las nuevas trabajadoras es igualitario con respecto a sus compañeros varones, sin diferenciaciones ni privilegios. Aunque a raíz de la sentencia del Constitucional se especuló con un posible rechazo del colectivo laboral a la incorporación de la mujer a la mina, la respuesta de los mineros ha sido de respeto y de compañerismo.

La sentencia del Constitucional de 1992 consagró el derecho de la mujer a trabajar en las entrañas de la mina, tras una ardua batalla jurídica emprendida por una joven asturiana, Concepción Rodríguez Valencia, a la que Hunosa no dio empleo como ayudante minero pese a haber superado las preceptivas pruebas.

En 1991, un grupo de mujeres, amparándose en la doctrina del Constitucional, concurrieron alas pruebas de selección y a los exámenes médicos preceptivos para optar a dicho trabajo en el interior de los pozos. Cinco de ellas, junto a otros 32 varones, superaron los requisitos. Cuatro se incorporaron anteayer y otra lo hará en las próximas semanas.

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