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Sidney Pollack: "La moda de los 'remakes' me parece terrible"

El nuevo director de 'Sabrina' cuenta la reacción de Billy Wilder

Andrés Fernández Rubio

"Con todos los respetos a mi propia película, la moda de los remakes me parece terrible", dice Sidney Pollack, prototipo de neoyorquino liberal, inteligente y burlón que ayer presentó en Madrid su película Sabrina. Con Harrison Ford y Julia Ormond en los papeles que Humphrey Bogart y Audrey Hepburn interpretaron en la versión de los años cincuenta, dirigida por Billy Wilder, Sabrina abre con dignidad la lista de una larga serie de amenazadores remakes que se avecinan desde Hollywood. "Si tuviéramos más imaginación no tendríamos que volver al pasado", afirma el director de Memorias de África.

Pollack es alto, delgado, con el pelo rizado y todo el autoirónico atractivo de la gente más auténtica de Manhattan (aunque nacido en Indiana hace 60 años, se formó en Nueva York pateándose como actor los teatros de Broadway). Director de Las aventuras de Jeremiah Johnson, Tal como éramos o Tootsie, ha acabado dirigiendo Sabrina (que se estrena en España el 2 de febrero) porque Harrison Ford insistió en ello. Wilder la dirigió medio de encargo y no la contaba entre sus favoritas. "Lo he hecho, pero no lo volvería a hacer", dice ahora Sidney Pollack. "Y espero ser juzgado por mí mismo".Esta última frase parece una ilusión, ya que Pollack no para de responder preguntas sobre Bogart, Hepburn, William Holden y sus respectivas comparaciones con la versión actualizada. Hasta llegar a Billy Wilder, de 89 años, el vitriólico director de Con faldas y a lo loco y Primera plana. "Sí, tenía miedo.", dice Pollack, "era como pasar por una operación sin anestesia. Le llamé y le dije: 'Tienes que hacerlo aunque no quieras, porque la prensa no parará de preguntarme si la has visto o no'. 'O.K., ven a buscarme y la veremos juntos, ¿no tienes miedo, verdad?', respondió. Lo recogí y fuimos los dos a una sala de la Paramount. Yo me moría. Durante la proyección, cada cinco minutos preguntaba: '¿Qué ha dicho ése?'. Luego añadía: 'Es muy oscura. ¿Por qué es tan oscura si es una comedia?'. Al final, no comentó '¡qué grande!', sino un 'bastante buena' en voz bajita".

Pollack señala que el "ingenio rudo y burlón" de Billy Wilder le parece irresistible. Y sigue contando su aventura: "Después de la proyección, me dijo: 'Tomemos un martini'. Y me preguntó: ¿Cuántos oscars tienes?'. 'Dos, por la misma película', le contesté: Y él repuso: 'Hum, yo tengo ¡cinco!'. Cuando abandonamos el local, uno de esos restaurantes frecuentados por la gente de Hollywood, salimos muy lentamente porque él anda a pequeños pasos. Iba agarrado de mi brazo y mientras avanzábamos el restaurante iba quedándose en silencio. Abochornado, yo pensé que todos estarían pensando: 'Ese es el que ha versionado una película de Billy Wilder".

La nueva Sabrina ha costado 6.250 millones de pesetas y Sidney Pollack combina su faceta de director de superproducciones con la de actor con Woody Allen o productor de películas como Sense y sensibility, escrita e interpretada por Emma Thompson sobre una obra de Jane Austen. "Con un presupuesto para los cafés hicimos una gran producción", dice orgulloso sobre este título.

Sabrina ha recibido críticas diversas, desde una positiva en The New York Times hasta otras no tan buenas en Time y Newsweek. Pollack defiende la película diciendo que su estilo un poco antiguo puede tener un encanto vanguardista. Y respecto a la comparación de los noventa con los cincuenta, dice: "Somos mucho más cínicos ahora. La gente desconfía mucho más, y una de las cosas que yo pretendí fue contar un cuento de hadas pero duro, una historia romántica con un hombre mezquino en su interior".

Y Pollack concluye señalando que hay mucha gente que desprecia ese cinismo y querría una vuelta a la esencia romántica. "Ya no confiamos en nada, ni en los políticos, ni en la autoridad, ni en que alguien diga la verdad. Pero a la gente le gustaría creer".

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