Campaña internacional en los Andes en busca de tubérculos desconocidos tan nutritivos como las patatas
Una expedición en busca de las raíces culturales llevó a Carlos Arbizu y sus compañeros al más recóndito lugar de los Andes, los pueblos de montaña donde la patata comenzó a ser cultivada y donde su exótica y poco conocida familia aún reina. Pero lo que ha traído Arbizu es otro tipo de raíces, que podrían tener una fuerte repercusión en el abastecimiento mundial de alimentos.Una extraña patata de piel arrugada como el cartón ondulado, conocida en lengua quechua, como pukea, nunca ha entrado en los mercados fuera de estas comunidades andinas, pero ha sobrevivido como un alimento básico; por eso, ahora los científicos del Centro Internacional de la Patata se han acercado a nueve variedades distintas de tubérculos andinos y han visto que algunas de ellas, convenientemente cultivadas, y comercializadas, podrían transformarse en importantes cosechas. Este proyecto de raíces y tubérculos tiene una duración de cinco años y prevé unas inversiones de cinco millones de dólares (600 millones de pesetas). Representa el mayor esfuerzo en la materia hasta la fecha. Persigue la protección de especies alimentarias amenazadas de extinción por cambios ambientales y sociales y el desarrollo de nuevos usos para estos productos, incluida su exportación, según ha explicado el coordinador del provecto. Miguel Holle.
Hay que tener en cuenta que estas nueve variedades se han adaptado a condiciones muy difíciles: suelo de montaña muy pobre y altitudes superiores a los 3.500 metros, lo que les convierte en una alternativa que puede resultar muy prometedora para comunidades empobrecidas de todo el mundo.
La mashua, por ejemplo, cuenta con un plaguicida natural y una proteína comparable a la de la leche de la vaca.
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