Se archivó el caso
Las acusaciones apuntan sobre todo a Han Weichang, que dirigió el orfanato de Shanghai en la época de los horrores, según el testimonio de Zhang Shuyun, que trabajó en el centro y ahora vive en EE UU. Las denuncias de Zhang, cuando todavía vivía en China, consiguieron abrir una investigación sobre lo realizado por Han en 1991 y 1992. Se confirmó, buena parte de las acusaciones, incluida la muerte en sólo doce horas de siete niños "que no eran más que huesos y pellejos". También se le acusó de haber desviado 80.000 dólares (nueve millones de pesetas), procedentes de donaciones de extranjeros y tasas por adopción a su cuenta personal.Según el relato de Zhang, las pruebas parecían tan palpables que las autoridades chinas estuvieron a punto de procesar a Han y publicar el caso. Han fue cesado de su cargo. Trató de escapar a Hong-Kong, pero fue detenido en la frontera.
En abril de 1992, el caso dio un brusco vuelco, porque las autoridades de Shanghai decidieron que se trataba de un tema de derechos humanos que podía empeorar la imagen internacional de China. Decidieron ocultarlo.
Se prohibió cualquier tipo de información negativa sobre el orfanato y se exigió a los periodistas locales que tenían fotos y datos sobre tan negra etapa que los entregaran.
De acuerdo con Zhang, la "razón de Estado" prevaleció y se decidió archivar el caso. Han fue promovido a otro cargo, mientras sus denunciantes eran despedidos y algunos de ellos resultaron agredidos por matones a sueldo. Incluso se retiró la acusación de violar a una menor que pesaba sobre Han.
El orfanato de la muerte, donde a pesar del blanqueo del caso, las autoridades reconocieron que había por lo menos un 24% anual de defunciones, fue reconvertido en un escaparate para la adopción de niños por parte de extranjeros.
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