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MÉXICO

Faena completa de Rafael Ortega

¡Qué faena tan completa le hizo Rafael Ortega al bravo tercero de la tarde! Saludó al alegre ejemplar cargando la suerte en verónicas de ensueño y dibujó un quite por gaoneras. En el segundo tercio con gallardía. se asomó al balcón en tres soberbios pares de banderillas y la concurrencia le pidió que diera la vuelta al ruedo. Su toreo de muleta lo interpretó con sentimiento y belleza rítmica pues gracias a su técnica logra una asombrosa cadencia. Aunque en las postrimerías de la lidia el noble burel terminó aplomado, la calidad de la faena no decreció y Ortega se entregó en la suerte suprema al acostarse sobre el morillo.Ante la imposibilidad de acoplarse con el gazapón y distraído que cerró plaza, y el viento que seguía haciendo ondear los engaños, el matador de Apizaco sólo pudo darle una acertada lidia.

Huichapan / Campuzano, Zotoluco, Ortega

Siete toros de Huichapan (51 devuelto por cojo), serios y descarados; 1º y 4º sosos, 2º y 3º aplaudidos en el arrastre por bravos, 5º y 6º con genio y sentido. Tomás Campuzano: estocada honda tendida (aplausos); estocada tendida, cinco descabellos -aviso- y descabello (división). Zotoluco: estocada caída (oreja); dos pinchazos y media estocada caída (división). Rafael Ortega: estocada (oreja); media estocada tendida y tres descabellos (aplausos). Monumental Plaza México, 7 de enero. Un tercio de entrada.

Con aguante capoteó el Zotoluco al segundo de la tarde, que salió cabeceando, para después con armoniosos mandiles llevarlo al caballo. Metiéndose al terreno de la res brava obligó a ésta a obedecer los vuelos de su muleta y realizó una templada y mandona faena por redondos aunque se olvidó del lado izquierdo del animal.

Al salir al ruedo, el quinto clavó los pitones en la arena y dio una impresionante vuelta de campana inutilizándose la pata derecha. Ante las protestas del público, el juez de plaza lo devolvió y lo sustituyó por un sobrero cariavacado. El espada de Azcapotzalco, con su valor acostumbrado, intentó trastearlo pero, entre el viento que arreciaba y las oleadas de las toscas embestidas del bicho, optó por lidiarlo con pases de pitón a pitón.

Tras una larga ausencia -cinco años-, Tomás Campuzano reapareció ante la afición capitalina. Ante el torpe adversario que abrió el festejo, lanceó con quietud y se adornó en un quite por ajustadas chicuelinas. Estuvo empeñoso con la franela pero como el débil oponente se paraba a mitad del recorrido y el viento lo descubría, no pudo ligar su serie de muletazos.

El diestro de Écija poco pudo hacer con el manso cuarto que, además, topaba. A base de consentirlo le corrigió el medio viaje por el derecho enjaretándole redondos que no fueron del agrado del respetable porque en su ejecución no se ceñía al difícil bovino.

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