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Cabalgata de Reyes

"El que quiera ponerse turbante, que lo haga en la cabalgata de Reyes". Tal ha sido la zafia respuesta de Gabriel Díaz Berbel al centenar de escritores y artistas, entre ellos lan Gibson, Anún Maalouf, Carlos Cano, Yehudi Menuhin, Antonio Gala, Juan Goytisolo y Federico, Mayor Zaragoza, que le proponían convertir la fiesta local del 2 de enero, conmemoración de la toma de Granada por los Reyes Católicos, en una jornada de reconciliación de las tres culturas, judía, cristiana y musulmana. Es estremecedor que semejante regüeldo haya sido emitido por el alcalde de una ciudad cuyo principal motivo de orgullo es la Alhambra, construida por enturbantados.¿Cosas de la tierra del chavico? Sí y no. Recuérdese que, en junio de 1994, José María Álvarez del Manzano, alcalde de Madrid, tuvo las siguientes palabras al visitar unas chabolas de inmigrantes marroquíes recien ensangrentadas por una explosión de gas: "¡La cantidad de gente que viene a vivir a Madrid sin que les llamemos! ¿Por qué no se quedan en sus países?". ¿Cosas pues, de esa derecha a la que pertenecen Díaz Berbel y Alvarez del Manzano? Sí y no. Sería injusto olvidar que los socialistas comenzaron instaurando la Ley de Extranjería, continuaron exigiendo el visado a los magrebíes y construyen ahora una muralla en torno a Ceuta.

¿Cosas de España? Sí y no Cierto es que España es uno de los países de la Unión Europea con menos extranjeros en su suelo: un 2% del total de la población, frente al 10% de Francia o el 12% de Alemania. Pero también lo es que para los

Gobiernos socialistas españoles lo ocurrido en Europa ha servido de pretexto para darles con las puertas en las narices a las gentes del Magreb, África y América Latina.

Europa occidental se ha ido abriendo a las ideas, mercancías y capitales del resto del mundo, pero cerrándose en lo que hace a los demandantes de empleo o asilo político procedentes del Tercer Mundo. En su último número de 1995, Libération hizo un balance de las medidas adoptadas ese año en varios países de la Unión -Italia, Suecia, Reino Unido, Holanda, Austria, Alemania y Francia- para dificultar aún más, la llegada de inmigrantes. La mayoría se inspiran en las establecidas en 1993 por Charles Pasqua, el derechista ministro del Interior francés: concesión de visados con cuentagotas, negativa de la mayoría de las solicitudes de asilo político, trabas para que los familiares de los inmigrantes establecidos legalmente puedan visitarles, sanciones a las compañias que transporten viajeros sin los papeles en regla, aceleración de los trámites de expulsión...

En el caso italiano, hasta el Ejército ha sido movilizado para vigilar las costas.

Si, por el momento, los países de la Unión pueden establecer libremente sus propias politicas de asilo de inmigración, cada reunión de ministros de Justicia- e Interior de los Quince se convierte en un nuevo paso en la coordinación en sentido restrictivo de esas políticas. Se trata, al parecer, de proteger unos mercados de trabajo con fuertes niveles de paro. Pero ello supone una tácita aceptación de las tesis del populismo ultraderechista de Jean-Marie Le Pen o Georg Haidar, según las cuales si hay desempleo es porque hay inmigrantes. Y ya puestos, éstos también pueden ser responsabilizados de la delincuencia, las drogas, el terrorismo y el sida.

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"Encuentro escandaloso el desarrollo del odio al extranjero en Alemania", acaba de declarar Günter Grass a Le Nouvel'Observateur. "Ya sé", añade el indignado escritor, "que ello no es exclusivo de Alemania. Europa se está convirtiendo en un erizo y Alemania en una fortaleza. En Alemania se ha restringido el derecho (le asilo, que era la joya de nuestra Constitución. Fue el apoyo socialdemócrata a esta medida lo que motivó que me diera de baja en el SPD". Así que es cosa de Granada y de Madrid, de España y de la Unión Europea, del PP y del SPD. Como este consenso siga prosperando, la Europa del futuro estará poblada casi exclusivamente por jubilados pálidos y obesos. Para gozo de Díaz-Berbel, el único modo de ver un turbante, un bubú o un poncho será ir a la cabalgata de Reyes.

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