Un robo a la sombra del golpe de Estado
23 de mayo de 1981: se cumplen tres meses de la entrada del entonces teniente coronel Tejero en el Congreso, acompañado por guardias civiles, en un intento de golpe de Estado. Cuando José Juan Martínez Gómez, que había irrumpido con otros 26 delincuentes en la sede barcelonesa del Banco Central -plaza de Catalunya, esquina con La Rambla-, insinuó que su acción era una continuación del golpe terrorista y que entre sus hombres había guardias civiles, muy pocos lo pusieron en duda. Era verosímil aunque a la postre resultase totalmente falso, fruto de la imaginación de Martínez Gómez, alias El Rubio.
En el asalto al banco, cuyo único objetivo era apoderarse del dinero que, había en su interior,los delincuentes se hicieron con 263 rehenes, que se redujeron a un centenar poco antes de la noche.
El secuestro se prolongó durante 37 horas y terminó con la detención de los asaltantes y la muerte de uno de ellos, José María Cuevas Jiménez, por un disparo de los geos que intervinieron para liberar a los rehenes. Durante la negociación, El Rubio exigió, la liberación de varios golpistas del 23 de febrero, lo que causó confusión sobre su identidad y la de sus compañeros de asalto.
El Rubio nació en Almería el 4 de febrero del 956. Su primera detención se produjo 20 años más tarde, tras el robo en una armería. Dos años más tarde se le atribuyó la pertenencia a un grupo anarquista- Autónomo Armado-, lo que le valió una nueva condena, que cumplió en Carabanchel.En 1981, durante una entrevista en Perpiñán con militantes ultraderechistas, según su propia versión de los hechos, trama el asalto al Banco Central, por el que fue condenado a 30 años de prisión.En 1988, el 29 de septiembre, El Rubio e halla cumpliendo la condena en Toledo y obtiene un permiso temporal.
Sale a la calle y debe reincorporarse el día 5 de octubre, pero o vuelve a la cárcel.El 1 de noviembre es localizado en un restaurante de Vilanova i la Geltrú, 35 kilómetros al sur de Barcelona. El forcejeo ara detenerlo termina en tiroteo y se salda con dos agentes, muertos.
Al principio, las muertes fueron atribuidas a Martínez Gómez, que portaba una pistola, pero en el juicio fue condenado como autor de las mismas el policía Antonio González Pérez. La Audiencia le impuso 30 años, que fueron reducidos a ocho por el Supremo.
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